No hay duda de que el acontecimiento político de estos días y de los últimos meses ha sido la Marcha Federal del Orgullo Antifascista y Antirracista del sábado 1º de febrero, que en primer lugar fue convocada por las organizaciones relacionadas con las diversidades sexuales y a la que luego se sumaron colectivos sindicales, sociales, culturales, barriales, universitarios, organizaciones pymes, todo un conglomerado representativo de amplios sectores de la sociedad, siguiendo de alguna manera la experiencia de las marchas universitarias del año pasado.

La notable presencia popular en las calles muestra que el nuestro es un país en el que las políticas antidemocráticas en términos institucionales y culturales, y antipopulares en términos sociales y económicos y de recortes de derechos en general, encuentran niveles de resistencia no solo en ámbitos institucionales como el Congreso Nacional sino, y muy particularmente, con la sociedad ganando las plazas, las calles y las avenidas.

Esta marcha, un tanto inesperada como suele ocurrir en Argentina, tuvo carácter nacional, no fue solamente la manifestación desde el Congreso a la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, sino que hubo una presencia masiva en ciudades y pueblos de todo el país.

También es interesante ponderar que se trata de una respuesta a un planteo de carácter cultural, atentatorio contra las diversidades de género y raciales, y que muestra que la política de la denominada «batalla cultural» que lleva adelante el presidente de la Nación, no solamente se propone naturalizar las «bondades del ajuste más grande del mundo», la destrucción deliberada del Estado y la conculcación de derechos sociales, económicos, laborales, sino que también se propone disputar valores, ideas y creencias que se expresaron en conquistas sociales y culturales, a lo largo del siglo XX, y muy particularmente durante los primeros tres lustros del siglo XXI.

Bloque en construcción

Estamos frente a un conflicto cada vez más extendido, que es de carácter económico y social, pero también cultural. En ese marco, para la oposición y los sectores democráticos que se expresaron en estas marchas callejeras el problema a resolver es de carácter político-electoral. En ese sentido hay un vacío que debe ser resuelto desde las fuerzas políticas en pos de la creación de un bloque social y político que pueda aglutinar todas estas expresiones populares hacia el proceso electoral que se llevará a cabo este año.

Dicho vacío es una situación típica de las derrotas electorales y políticas y su resolución no pasa por acentuar lo que divide, y mucho menos por lamentaciones, sino por desentrañar las causas económicas, sociales y culturales del fenómenos político y desde allí imaginar y proponer ideas y un programa que salga al encuentro de las demandas de las sociedad, muy particularmente de las de las grandes mayorías, de los sectores humildes –vale recordar que en la Argentina hay 25 millones de pobres–, y también de los más diversos sectores de las clases medias.

En tanto, en el Parlamento queda pendiente otro gran tema político: la decisión del Gobierno nacional de bloquear el debate de la ley de leyes, el Presupuesto nacional, a partir de lo cual el Ejecutivo queda con la facultad de un manejo discrecional de los fondos, y se elimina la discusión política sobre las asignaciones presupuestarias que se requieren para atender las necesidades de las provincias, la educación, la salud, la cultura, los programas sociales y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, entre otras cuestiones de gran importancia para el país.

Fuente: Revista Acción – Foto: Nota Al Pie

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