Este miércoles, en el Aula Mayor de la Universidad Nacional de Río Cuarto, fueron investidos con el Doctorado Honoris Causa Gustavo Berti y su esposa Alicia Schneider, creadores del Grupo Renacer, espacio que nació en 1988 tras la muerte de su hijo.

El acto fue presidido por el rector de la UNRC, Roberto Rovere. Lo acompañaron en la mesa académica el vicerrector, Jorge González; Carmen Cholaky, decana de la Facultad de Agronomía y Veterinaria, el doctor Berti, la profesora Schneider y su hija Luciana Berti.

El homenaje fue una iniciativa de la Facultad de Agronomía y Veterinaria que ingresó al Consejo Superior de la Universidad el 9 de marzo, oportunidad en la que se conformó una comisión ad-hoc encargada de analizarla, tras lo cual el cuerpo colegiado resolvió unánimemente otorgarles la máxima distinción.

El 5 de diciembre se cumplieron los 34 años de la creación del primer grupo Renacer en la ciudad de Río Cuarto, por iniciativa de Alicia Schneider y Gustavo Berti, luego del fallecimiento de su hijo Nicolás, y varios papás más de la ciudad. Su eje es la ayuda mutua entre pares. Ya tiene medio centenar de grupos en varias ciudades de Argentina, con la participación de unos tres mil padres, que enfrentan el dolor por la muerte de sus hijos; también en Uruguay, Paraguay, Chile, Colombia, Ecuador, Panamá, Méjico y España, entre otros países.

Las palabras de Alicia Schneider y Gustavo Berti

Alicia Schneider tomó el micrófono y empezó a desplazarse por delante del estrado y con alta música de fondo dijo “¡vamos!” para que el público, en su mayoría integrantes de Renacer, batiera palmas. Luego, manifestó su “alegría inmensa” de estar de nuevo en Río Cuarto y agradeció a “todos los que están sentados aquí”, a las autoridades de la UNRC, a la Facultad de Agronomía y Veterinaria y a todos quienes participaron para definir la distinción, que nace de la iniciativa de integrantes de Renacer Río Tercero.

“Thank you so much”, dijo en un momento Schneider, profesora de inglés que, en consonancia con su modo de vivir, optó por un tono alegre e informal de hablar que incluyó su aproximación al estrado para tributar gestos de amor a su hija y su esposo.

Recorrió con la vista el Aula Mayor y “agradeció enormemente” las presencias de padres, después de lo cual afirmó que “Renacer es un grito a la libertad y la responsabilidad, hacernos cargo de nuestra vida, lo que sea que nos presente”. “Los hijos siguen muriendo: jóvenes, niños, adultos, embarazos que se pierden”, expresó, por lo cual continúa siendo fructífero “darnos a manos llenas” como sucede en Renacer. El golpe es duro, aseveró y evocó que a la muerte de Nicolás, su hermana Luciana se había derrumbado”. Por ende, la decisión fue “ponernos de pie” y ser “un faro para los otros”.

Por cierto, Renacer entrañó “un gran esfuerzo”, pero la cosecha fue buena y se sintetiza en una idea que ha sabido convertir en hechos: “Después de la muerte de un hijo no se termina todo; comienza una nueva vida”.

Gustavo Berti agradeció y rememoró los comienzos. Citó a Reiner Rilke para dejar la noción de que Renacer se constituyó en una causa especialmente importante por la cual luchar. A través de intuiciones –“nadie sabe lo que son, pero llegan”- sostuvo que “nuestro trabajo con los grupos fue fenomenológico de entrada”. Caminando cual docente en un aula, indicó que se propusieron conseguir que “los grupos no fueran un acto de voluntarismo ni la obra de dos iluminados”. Supieron que “todos los padres se preguntan ‘por qué a mí’, interrogante que era “un muro” y debía ser sustituido por ‘para qué había venido a la vida ese hijo y nos había dejado”. Se hacía necesario trabajar con personas diversas unidas por el dolor.

“No estoy completamente seguro de lo que significa la muerte de un hijo”, a la que equiparó con “una bomba de fragmentación” que trasciende: repercute en los hijos, los hermanos, los tíos, los abuelos, las novias. Por eso es tremendamente difícil decir qué significa la muerte de un hijo. Indicó que “después de la muerte de un hijo no se puede volver a ser la misma persona que éramos antes”.

Berti resumió que en los grupos procuran que cada padre, cada madre encuentre el para qué de la muerte de sus hijos. Y que sepan “hacerse responsable si eligen el camino de la tristeza, de andar como quien busca monedas en el piso”. Distinguió que “se puede sufrir con dignidad o miserablemente” y planteó que la falta de una palabra para la muerte de un hijo fue otro de los motores para constituir los grupos. Que les han dicho a numerosos padres que tienen dos opciones al llegar a Renacer: buscar palabras de conmiseración u obrar de forma que transmitan amor en homenaje. “¿Qué vas a dar: tristeza, pesadumbre, la oscuridad después del horror? Tenés que elegir”. En este marco, hizo saber que “muchísimos padres” hicieron cursos de logoterapia, de la afanosa procura del sentido vital, “después de llegar a Renacer”.  

Más adelante, ya parado junto al estrado, sostuvo que a través de la tarea del grupo, quien participa de él adquiere nuevos valores. Aseguró que muchos padres solían quedarse con la convicción de que no les alcanzaba con ir al psicólogo o al psiquiatra tras la muerte de sus hijos.

“Renacer vino a mostrar que el sufrimiento se trasciende a través de la ayuda mutua; los psicólogos se opusieron a nosotros”, recordó pues asumían que no estábamos capacitados. Claro que hoy “eso cambió” ya que estos profesionales han entendido que los pares reunidos sí pueden ayudar por cuanto tienen una cabal comprensión del dolor a partir de su vivencia.

De allí que Renacer conlleve “una transformación cultural, más allá de su condición de grupo existencial”. Más aun, es “un movimiento social” que “merece un estudio sociológico”. Evocó que ofreció a dos casas de estudios la experiencia del grupo y que no aceptaron estudiarla. Por ende, su dicha porque “finalmente Renacer fue reconocido por una universidad”, en este caso la UNRC.

Así como lo expresó Alicia, Gustavo acentuó el cambio y la voluntad de felicidad que se elabora a partir de los sucesivos encuentros. Lo ilustró con la anécdota del mozo que creía que las risas de un grupo en un bar se debían a un festejo y se sorprendió al escuchar de él que se trataba de una reunión de Renacer.

Me preguntaba para qué hacemos este esfuerzo, no puede ser solo para ayudar a los padres como colectivo social tiene que haber algo más, hasta que cayó en mis manos un libro de Ítalo Calvino  sobre Marco Polo donde se expresa que el infierno de los vivos no es algo por venir, es ahora, y  hay dos maneras de enfrentarlo,  volverse parte de ese mundo, del infierno,  y  la segunda es riesgosa,  saber distinguir en medio del infierno,   lo que no es infierno.

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