Así lo expresó Emiliano Ezcurra, fundador Banco de Bosques, una ONG que a través de donaciones procura la compra de bosques nativos para impedir el paso de las topadoras y evitar la destrucción del pulmón verde de nuestro planeta.

Días atrás, en el marco de la Cumbre de Líderes de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 26) en Glasgow, se firmó un acuerdo internacional para frenar la deforestación y revertir la pérdida de bosques nativos para el año 2030.

Si bien firmaron más de 100 países, entre ellos la Argentina, se trata de un acuerdo no vinculante, es decir, que no es obligatorio, es sólo un compromiso voluntario y no hay penalidades por su incumplimiento.

En nuestro país, existe una Ley de Bosques desde el año 2008, pero siempre estuvo desfinanciada, asignándole sólo un 3% del presupuesto correspondiente para este año.

Según datos de la ONG Banco de Bosques, se estima que el 20% de los gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera se deben a la deforestación. “Por tales motivos, al salvar un bosque, no solo salvas a los árboles, sino a todas las especies que viven allí y benéficas todo el ecosistema”, remarcó Emiliano Ezcurra, en diálogo con CÓRDOBA HOY.

– ¿De qué se trata Banco de Bosques?

– Es un proyecto insolente que busca poner patas para arriba el mercado inmobiliario de tierras que hoy es exclusivamente mayorista, es decir, los bosques nativos en Argentina, en una enorme mayoría, están en campos privados que muchas veces son propiedades que se venden de a miles de hectáreas. Entones, nadie puede comprar una hectárea, comprás 500 o no podés comparar nada. Quienes pueden comprar 500 hectáreas o más, por lo general, lo que hacen con esos territorios es desmontarlos.

Ante esta situación, lo que nosotros hacemos es juntar donaciones de pequeña escala en un fondo común para comprar estos terrenos de bosque y salvar algunos metros cuadrados del desmonte.

Con la unión del aporte de todas las personas logramos competir en ese mercado de tierras y poder salvar grandes extensiones de bosque.

– ¿Cómo se organizan para juntar los fondos y salvar tierras?

– Identificamos un bosque que salen a la venta y que sabemos que le van a pasar una topadora encima, entonces lo que hacemos es publicarlo en nuestra página web y poner un contador para empezar buscar y recibir las donaciones para salvar el bosque. Es un espacio digital en donde la gente puede ir viendo la progresión y cómo se va salvando el bosque. Eso nos permite entusiasmar a la gente y mostrarle el impacto que tiene su donación y de esa forma hemos podido salvar varios bosques.

¿Qué ocurre una vez que compran las tierras?

Esos espacios pasan a ser parques nacionales o parques provinciales y las tierras quedan protegidas a perpetuidad, para siempre. El Banco de Bosques tiene prohibido vender los bosques que se salvan con el dinero de las donaciones y tiene que sí o sí destinarlos a la conservación, a través de un elemento legalmente vinculante. Es donación con cargo, es decir, esos territorios deben pasar a formar parte sí o sí de los sistemas de parques nacionales o espacios de áreas protegidas.

¿Cuántos bosques han podido salvar hasta el momento?

Con las donaciones argentinos hemos logrado salvar dos bosques y vamos camino a conseguirlo con un tercero. También sumamos más donaciones que nos permitieron recuperar 120 mil hectáreas de bosques en la Estancia La Fidelidad, ubicada en el Impenetrable chaqueño que hoy es un Parque Nacional. También gestionamos una donación para ampliar el parque nacional Los Glaciares en la Patagonia (Santa Cruz). Ahora estamos trabajando para recuperar nuestro tercer bosque: Las Aracucarias, un pequeño, pero muy estratégico bosque contiguo a la Reserva Natural Estricta de Parques Nacionales en San Antonio, Misiones.

¿Por qué es importante salvar a los bosques?

Los bosques son la principal vacuna contra el cambio climático, además de contribuir a la preservación de la biodiversidad y hasta generar empleo. Cumplen una función de regulación hídrica de las cuencas, es decir, para prevenir inundaciones, son proveedores de la variedad de plantas de las cuales se extraen principios activos para el cuarenta por ciento de los medicamentos que consumimos, y provee productos forestales útiles para nuestras vidas, como madera para construir casas.

Por eso, una manera eficiente de mitigar el cambio climático es compensar las emisiones de carbono que producen las actividades humanas, como consumo de energía y transporte, evitando la tala de metros cuadrados de bosque.

¿Cuál es la principal causa del desmonte en Argentina?

Claramente la causa principal es el avance de la frontera agropecuaria. No hay ninguna duda porque es lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas. Tenemos que entender que los ecosistemas naturales no tienen que ser destruidos para que nosotros podamos comer porque del otro lado de la frontera agropecuaria también hay vida productiva.

Se puede producir comida igual, podemos hacerlo sin extinguir ninguna especie, sin destruir la biodiversidad y no generar más cambio climático con la destrucción de los bosques y poder acceder a los bienes y servicios que los ecosistemas naturales nos dan.

¿Cuáles son las zonas de nuestro país que más desforestación han sufrido?

Claramente las grandes provincias boscosas argentinas que han sufrido la devastación de sus bosques han sido Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos. Luego Santiago del Estero, Salta, Chaco y en menor medida Formosa, Misiones y Jujuy. Aunque también se observan desmontes en las provincias de La Pampa y San Luis, no nos olvidemos que albergan el bosque del caldén pampeano y que también se ha visto afectado.

¿Qué hay de cierto en la dicotomía que se plantea entre economía y naturaleza?

La dicotomía entre naturaleza/economía está muerta. Está probado y sobra evidencia sobre lo pésimo que es económicamente destruir la naturaleza. Cuánto nos está costando a los argentinos hoy en millones de dólares de divisas que no están ingresando al país porque no podemos exportar ya que los barcos no pueden salir porque el río Paraná está en una bajante histórica en función del cambio climático, por dar solamente un ejemplo. Cuánto le cuesta al Estado en términos de salud pública, la contaminación por agroquímicos. Cuánto es ese número y quién lo paga.

Nos han criado y educado con esa dicotomía naturaleza o economía y eso es mentira. Claramente la ecología y la economía se tiene que llevar bien, es importantísimo adaptar la economía a la ecología porque hacerlo al revés es imposible y no es negocio.

Hoy ya lo sabemos, tenemos la tecnología y los medios para cambiar el paradigma de producción de comida, de energía y generación de transporte para llegar a tener una nueva economía sustentable para que las próximas generaciones puedan vivir en un planeta con la capacidad de seguir sosteniendo la vida tal cual como la conocemos.

A partir de la pandemia, ¿hay mayor concientización sobre el cuidado del medio ambiente?

La pandemia fue un golpe muy duro. Mucha gente entendió que el coronavirus está relacionado a la destrucción de la naturaleza y al manejo irresponsable de la fauna y la vida silvestre. Es un patógeno que en un escenario natural nunca hubiera logrado saltar a los seres humanos y generar el caos que costó millones de vidas y la destrucción de muchísimas economías.

Sin dudas eso ha generado mucha conciencia, igual creo que siempre va a ser necesario estar sacudiendo la cabeza de los políticos y de los grandes líderes económicos para que no se olviden de que puede haber una pandemia y más impactos cuando no es necesario que los haya porque hoy tenemos las herramientas tecnológicas para vivir en el planeta de otra forma.

 ¿Cómo observas a la clase política respecto a los desmontes y al cambio climático?

Nuestros políticos están al tanto de la situación, lo dicen, manifiestan su preocupación, pero no hay acción. Está la retórica, pero falta la acción. No se lo toman en serio, el de Ambiente sigue siendo un ministerio clase B para las autoridades porque no es considerado con la importancia que se merece a la hora de tomar decisiones. Hay mucha hipocresía, los líderes políticos se creen que para quedar bien alcanza con hablar fuertemente sobre el medio ambiente y la realidad es que no es así. Es necesario que se lo tomen muy en serio y comiencen a actuar porque no pueden seguir evitando el tema.

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