Con el objetivo de que las discapacidades intelectuales o físicas no sean una barrera y que la lectura, como parte fundamental del derecho al conocimiento, se pueda ejercer en el sentido más amplio posible, editoriales y fundaciones rediseñan publicaciones, como por ejemplo, una nueva versión del Diario de Ana Frank.
Con modificaciones en el contenido o en la diagramación y también con la construcción de catálogos de audiolibros cada vez más nutridos, varias editoriales y fundaciones se proponen que los libros lleguen a un público de lectores más diverso, que las discapacidades intelectuales o físicas no sean una barrera y que la lectura, como parte fundamental del derecho al conocimiento, se pueda ejercer en el sentido más amplio posible.
En un contexto educativo y social en el que cada vez es más arduo consolidar la comprensión lectora, que es el primer paso para garantizar el aprendizaje en los distintos niveles educativos, aumenta la necesidad de textos que acompañen el proceso.
La editorial Eudeba y la Editorial Visibilia, bajo la supervisión del Centro Ana Frank Argentina, publicaron recientemente una versión del Diario de Ana Frank pensada para acercar el clásico a personas con discapacidad intelectual o dificultades en la lectura.
El libro, que estará disponible por primera vez en América Latina gracias a ese trabajo conjunto, fue editado bajo los procedimientos y las estrategias del método de la «lectura fácil». «El método de la ‘lectura fácil’ nace en la década del 60 en Suecia, como parte de una estrategia más amplia de accesibilidad universal», cuenta a Télam Clara Nielsen, quien se encargó de realizar las adaptaciones en las reglas gramaticales y lexicales y además, es autora del Manual de lectura fácil que Eudeba publicó el año pasado.
Nielsen sostiene que Argentina es pionera en América Latina en un método que en España está mucho más afianzado. Comenzó adaptando textos legales, como parte de las estrategias de democratización y acceso a la Justicia, y ahora se aplica a textos literarios e informativos.
«El criterio de accesibilidad nació en lo físico, se comenzaron a construir rampas. Hoy una rampa ya no sorprende a nadie. En cuanto a la discapacidad cognitiva, nos demoramos más en garantizar los derechos de una población amplia, que puede ir desde el síndrome de down hasta la parálisis cerebral. Pero además, la dificultad para entender no nace siempre en algo neurológico, sino que hay un aspecto sociológico a considerar: personas que dejaron de leer al dejar la escuela, inmigrantes, dificultades en el aprendizaje como la dislexia o escolarizaciones interrumpidas», repasa Nielsen y advierte que hoy, un tercio de la población tiene dificultades para acceder a la lectura comprensiva de textos. «No se descarta el camino de que todos ellos puedan solucionar sus dificultades, hay otro camino: hacer, también acá, una rampa para facilitar el acceso», agrega.
Télam