Hoy se realizó el primer acto de reparación de legajos de miembros de la UNRC que fueron víctimas del terrorismo de Estado.

Se trata del nodocente José Alfredo Duarte y los estudiantes Berta Clara Perassi, Alberto Pinto, José Santiago Amato. El acto fue presidido por la rectora Marisa Rovera. Participaron familiares de aquellos jóvenes detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar.

 Entregaron documentaciones reparadas de universitarios locales desaparecidos. Se concretó este miércoles el primer acto de reparación de legajos de miembros de la Universidad Nacional de Río Cuarto que fueron víctimas del terrorismo de Estado, lo cual aprobó por unanimidad en mayo el Consejo Superior.

Fue una emotiva ceremonia que tuvo lugar a primera hora de la tarde, en el aula magna de la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Un sentido homenaje a trabajadores y estudiantes que, habiendo sido parte de la institución, resultaron víctimas del terrorismo de Estado que asoló al país entre 1974 y 1983.

Se hizo entrega de una copia de los legajos reparados a Clarisa, la hija del trabajador nodocente José “Peco Duarte”; Agustín, sobrino de Berta “la Gringa” Perassi y Leticia, hermana de José “Pocho” Amato; en tanto que el de Alberto Pinto, fue dado a la directora del Departamento de Ciencias de la Educación, Mariana Gianotti.

El acto fue presidido por la rectora Marisa Rovera, quien compartió el estrado con la vicerrectora Nora Bianconi y la coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC, Rosa Cattana. Participaron familiares de aquellos jóvenes detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, el intendente de Río Cuarto, Guillermo de Rivas, autoridades de las facultades, dirigentes gremiales docentes y nodocentes, integrantes de entidades locales y concejales.

“La Universidad Nacional de Río Cuarto comprometida en la defensa de los Derechos Humanos y manteniendo la memoria siempre activa para no permitir la repetición de hechos tan aberrantes como los sucedidos durante el terrorismo de estado, lleva adelante un proceso reparación documental”, se dijo en el comienzo de la ceremonia. Y se agregó: “Con ello, la UNRC pretende corregir una injusticia histórica acerca de documentación que guarda y no refleja las reales causas del cese del vínculo laboral o estudiantil entre las víctimas y la institución, omitiéndose referencias o replicándose las versiones oficiales de quienes perpetraron la represión criminal”. “La reparación de legajos constituye un deber ético del Estado y de sus instituciones democráticas, reflejando en los legajos de estudiantes y trabajadores la verdad histórica”.

La reparación de legajos fue establecida por el decreto 1199/2012 y para el caso de las universidades consiste en incorporar una resolución de Consejo Superior en la que se indican los verdaderos motivos por los que la persona dejó de estudiar o trabajar.

Con esto, se busca producir un testimonio documental del paso por esta casa de estudios de hombres y mujeres, cuya vida fue arrebatada por la violencia institucional.

“Un intelectual brillante que sabía y leía de todo, que estaba en todos lados”

La primera que recibió la correspondiente resolución fue la directora del Departamento de Ciencias de la Educación, Mariana Gianotti, quien visiblemente emocionada mencionó un trabajo inédito Eduardo Escudero que dijo “muestra al Alberto Pinto poeta, escritor, educador de adultos, profesor de filosofía, vendedor de libros y estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Educación”. Sostuvo: “En esa lectura sentí que me encontraba con ‘el flaco’ como le dicen los amigos en los relatos. Imaginé sus ojos claros y grandes, pude sentir sus dificultades al caminar y al sortear condicionantes que no lograron torcer el brazo de un intelectual brillante que sabía y leía de todo, que estaba en todos lados y que llegaba, siempre caminando, con el diario o algún libro abajo del brazo. Me sorprendí con palabras repetidas que califican a una persona que hoy se siente más imprescindible que nunca”. “Un tipo generoso, solidario a más no poder brillante intelectualmente, sumamente cuestionador. Serio. Estudioso, responsable y comprometido políticamente”.

Y agregó: “Recuperar los legajos es eso. Es que la Gringa, el Pocho y el Flaco nos enseñen a alfabetizar, a discutir con fundamentos y a soñar; es que el Peco Duate se encuentre con Clarisa y la abrace en el aula, que lleva su nombre”. “Es que cada vez que pasemos por la calle Alfabetizerora Berta Perazzi se nos infle el pecho de orgullo por lo que pudo hacer en el tiempo apurado de su vida… y que cuando entremos a la sala de usos múltiples del Andino sepamos que Alberto Pinto es el vigía de un sueño social, político y cultural todavía inconcluso”. “Recuperar los legajos, es eso, un acto necesario para acompañarnos a reconstruir la memoria colectiva y volver a creer en que es posible un mundo el que quepan muchos mundos”.

Empapado en lágrimas, Agustín Perassi recibió la copia del legajo reparado de Berta, su tía. Y dijo: “Agradezco en nombre de la familia. A Berta no la conocí. Para nosotros esto es muy bueno. Tenemos una caja de recuerdos. Y venir a estos lugares me hace mucho bien, más allá de que estoy llorando. Me permite conocerla un poco más”.

Luego, fue el turno de Leticia Amato, quien también se vio inundada de emoción. Agradeció que los restos Pocho descansen en el campus y también por la reparación de su legajo “para que esto nunca, nunca se olvide”.

Finalmente, Clarisa Duarte recibió la resolución rectoral. Agradeció a las autoridades de la Universidad, a sus compañeros de la Comisión de la Memoria, a sus amigos, a su pareja y “a los nietos del Peco”… Expresó: “Es el homenaje que he esperado toda mi vida”. “Es para ustedes chicos, porque esto es la memoria viva”. “Esto es un camino que los familiares hemos venido construyendo día a día”. Y le dedicó este reconocimiento a su madre, de quien dijo: “A ella no le tocó las cárceles de la dictadura, pero sí las paredes frías de los neuropsiquiátricos”.

Rectora Rovera: “Resignificar y reescribir la memoria institucional a partir de ese pasado colectivo del horror”

“Hoy nos convoca el primer acto de reparación de legajos en la UNRC, del nodocente José ‘Peco’ Duarte y de los estudiantes Berta ‘la Gringa’ Perassi, José ‘Pocho’ Amato y Alberto Pinto, víctimas del terrorismo de estado que asoló a nuestro país entre 1976 y 1983”, dijo al comenzar su alocución la rectora Marisa Rovera.

Y siguió: “En primer lugar, quiero reconocer el trabajo realizado, el que fue coordinado por el Observatorio de Derechos Humanos de esta Universidad, porque fundamentalmente el investigar y reconstruir estos legajos lleva a revivir situaciones muy profundas y con alto contenido emocional”.

“La reparación documental significa que, a partir de ese acto administrativo, figurarán en sus legajos las verdaderas causas que obligaron a interrumpir la trayectoria estudiantil o laboral. Consignar esto en cada documento permite resignificar y reescribir la memoria institucional a partir de ese pasado colectivo del horror; restablecer la verdad histórica y reconocer la dignidad y los derechos de las víctimas”.

“Este proceso de reparación constituye un acto de responsabilidad; nos interpela y disputa el sentido sobre el pasado, recuperando las identidades de las víctimas que estudiaban y/o trabajaban en la Universidad, y bregando por la consolidación de la dimensión de los Derechos Humanos de manera transversal a la formación, la investigación, la extensión y la gestión en la UNRC”.

“La memoria que emerge del proceso de reparación física de legajos construye una memoria institucional que trae al presente los hechos que marcaron la vida de la Universidad durante el terrorismo de Estado, asumiendo que la comunidad universitaria fue víctima, a la vez, que las instituciones actuaron como victimarias debido a la intervención que sufrieron en las sucesivas gestiones de la dictadura cívico‐militar donde cientos de integrantes de los diferentes claustros sufrieron secuestro, desaparición, homicidio, expulsión y exilio”.

“Los derechos humanos son una política pública que buscamos fortalecer, debemos seguir siendo representantes y defensores de un pensamiento crítico y comprometidos con la memoria, la verdad y la justicia”.

“Este acto nos permite preservar la memoria colectiva para que estos hechos no vuelvan a ocurrir en nuestra institución y en nuestro país”. “Señoras, señores… es necesario que estas palabras se inscriban en nuestro tejido social y en nuestra memoria colectiva para decir nuevamente y con absoluta convicción nunca más”, concluyó la máxima autoridad universitaria.

Vicerrectora Nora Bianconi: “Reparar para romper el silencio, para cuidar y para fortalecer desde las instituciones educativas a la democracia”

La vicerrectora de la UNRC, Nora Bianconi, expresó: “Este acto tiene el valor de un acontecimiento de gran importancia institucional, pero también esta imbuido de una profunda emoción. Debemos comprender su verdadero sentido y alcance, en relación   directa con una concepción muy profunda de ciudadanía activa, la que encuentra basamento en la raíz misma de los Derechos Humanos. La ciudadanía ejercida, como soporte de la vida democrática, aquella que estuvo ausente absolutamente durante el tiempo de la dictadura”.

“Esta reparación que quizás aparece diminuta, impacta profundamente no sólo en la vida personal de la familia que recibe la documentación, sino también en el entramado institucional. Cada legajo contiene una parte de vida. Cada parte de cada legajo nos cuenta una historia y mientras continuemos reconstruyendo y mostrando esas historias ellos seguirán con nosotros. Como dice la canción:  Todo está guardado en la memoria, Sueño de la vida y de la historia… la memoria despierta para herir a los pueblos dormidos que no la dejan vivir libre como el viento”.

“Considero que cada legajo reparado constituye un acto de humanidad imperiosamente necesario, frente a la deshumanización y la ruptura de la identidad que se produjeron en las vidas individuales y los procesos desarrollados en el cotidiano de las instituciones”.

“Desde lo personal, quiero compartir dos imágenes simples, pero por demás elocuentes.  En un primer momento, invito a imaginar el patio de una escuela de pueblo, donde niñas y adolescentes intercambiaban juegos, risas, amistades…. Una de ellas era Berta, era pupila del colegio de La Consolata”. “En la segunda imagen, varios grupos bulliciosos de estudiantes de una escuela secundaria, también de un pueblo, esta vez de las sierras de Córdoba, como parte de un proyecto institucional, viajando junto a sus docentes a compartir momentos, recorrer lugares, en un ejercicio de memoria activa, en un Museo de la Memoria, el de la Perla, conociendo la verdadera historia de trayectorias vitales, de sueños e ideales truncos. En ese lugar de Malagueño, con vista a los cerros, entre todas las historias, conocen la de Berta… Ese lugar que permite construir saberes y facilita la reflexión; hace propicia, en cada encuentro, la construcción colectiva de la memoria en un ejercicio de pensamiento crítico, propiciando una dimensión pedagógica clave, abierta, libre y esperanzadora, que honra la tarea docente”. 

“De la conjunción de esas dos postales se conciben mis vivencias, en el entramado de la vida que hoy me permite ser parte de esta acción institucional en el ámbito de nuestra querida Universidad, la cual asume la responsabilidad ineludible de reparar. Por Berta, por José, por Alberto, por Santiago y todos los demás.  Porque hoy más que nunca las instituciones, deben dar cuenta de su compromiso con la promoción y la defensa de los Derechos Humanos, la inclusión, la pluralidad y la tolerancia. Pero también deben realizar un ejercicio de memoria activa, de manera tal que, a las palabras Memoria Verdad y Justicia se sume a partir de hoy, la palabra Reparación. Reparar para romper el silencio, para cuidar y para fortalecer desde las instituciones educativas a la democracia”, finalizó Nora Bianconi.

Rosa Cattana: “La universidad pública genera conocimiento y pensamiento crítico y a eso le tienen miedo”

 La coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC, Rosa Cattana, habló a los presentes y dijo: “Señora rectora; señora vicerrectora; demás autoridades de la Universidad y de otras instituciones; familiares, compañeros y amigos de Peco Duarte, de Berta Perassi, de Pocho Amato, de Alberto Pinto; público en general, muchas gracias por acompañarnos a dar un paso más en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia”.

“El proceso de reparación de legajos, que culmina con este acto, expresa y construye una memoria institucional acerca de los hechos que marcaron la vida de esta Universidad durante el terrorismo de Estado, asumiendo que la comunidad universitaria fue víctima del genocidio y que, a la vez, la institución actuó como victimaria por efecto de la intervención que sufrió, incluso previa al golpe de estado, y las sucesivas gestiones de la dictadura cívico‐militar donde muchos de sus integrantes sufrieron secuestro, desaparición, homicidio, expulsión y exilio. Entre ellos, estaban Peco, Berta, Pocho y Alberto, compañeros que soñaban un país mejor, más justo, más solidario, y tuvieron el compromiso y el valor de luchar por ese país que soñaban. El terrorismo de Estado no sólo truncó sus vidas y la de sus familiares, también privó al país de trabajadores y de profesionales que podrían haber contribuido en el desarrollo de ese país mejor que ellos estaban dispuestos a construir”.

“La UNRC, como institución democrática tiene el deber ético y político de producir una enmienda material en los legajos de estos trabajadores y estudiantes dejando constancia de la verdad histórica respecto de la auténtica causal de cese de la actividad laboral o académica”.

“Pero, también la UNRC como institución de educación pública, debe transformar esta verdad histórica en un acto educativo en el más profundo de los sentidos, ya que implica reconocer los Derechos Humanos que asisten a cada persona por igual y el compromiso colectivo por garantizarlos, para que nunca sea un joven que pasó por nuestras aulas quien diga: ‘cómo voy a saberlo si no había nacido”.

“Y también, ciudadanas y ciudadanos que reconocemos en la democracia el único sistema que nos permite desarrollarnos en paz, como seres humanos sujetos de derechos, tenemos la obligación de sostener la verdad y la memoria histórica que hemos construido a lo largo de estos 40 años de democracia”.

“Hoy más que nunca debemos cuidar esa memoria, porque hay quienes quieren desaparecerla, quienes niegan la dictadura, niegan los desaparecidos, las muertes, los exilios, las torturas, quienes visitan genocidas en la cárcel, quienes con sus discursos de odio negacionista habilitan hechos de violencia extrema como el brutal y repudiable asesinato de Susana Beatriz Montoya, esposa de un secuestrado y desaparecido y madre de un militante de HIJOS Córdoba, quien ya había sufrido amenazas de muerte”.

“Ya debieran saber que estos aberrantes hechos no destruyen la memoria, porque la memoria está bien plantada, porque la sembraron las madres”.

“Estamos convencidos también, que los mismos que niegan el genocidio niegan la importancia de la Universidad Pública, son los mismos que celebran la intervención de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, porque la universidad pública genera conocimiento y pensamiento crítico y a eso le tienen miedo. Al negacionismo debemos oponerle todas las razones para no dejarlos pasar”.

“Por eso, hoy en la UNRC, estamos documentando esas razones que no permitirán que la oscuridad desdibuje la memoria”.

“Por eso hoy Peco, Berta, Pocho y Alberto están más presentes que nunca. Porque ellos son la razón que se contrapone al negacionismo”. “Por último, parafraseando al fiscal –Julio César- Strassera, señoras y señores ‘nunca más”, remató Rosa Cattana.

 Cuatro pañuelos bordados en homenaje a estas víctimas de la dictadura

“La aguja atraviesa la tela como las injusticias atraviesan el espíritu. Bordamos colectivamente por la memoria y para resistir embates antiderechos”, es el lema de Bordamos por la paz-Río Cuarto, cuyos miembros colgaron como el estandarte principal de esta ceremonia telas de 45 centímetros cuadrados bordados con los nombres de estas víctimas de la violencia estatal, el nodocente José “Peco Duarte” y los alumnos Berta “la Gringa” Perassi, José “Pocho” Amato y Alberto Pinto.

Son un grupo que con el bordado visibilizan problemáticas sociales como los femicidios, la dictadura, la transfobia, la seguridad laboral. Un movimiento surgido en México, en 2011, como forma de protesta por la violencia, los asesinatos y la desaparición de personas que generaba la guerra contra el narcotráfico, algo que el gobierno mexicano consideraba daños colaterales.

“Se busca generar la participación ciudadana para exteriorizar los sentimientos de dolor, de rabia y de impotencia”

Adriana Moyetta, integrante de esta agrupación, dijo: “Bordamos por la Paz-Río Cuarto participa del acto de reparación de legajos a miembros de la UNRC que fueron víctimas del terrorismo de Estado, con pañuelos bordados de las biografías de víctimas del terrorismo de estado de Río Cuarto y región”.

“Este colectivo empezó su recorrido en la ciudad en diciembre del año pasado y las acciones que desarrolla son las mismas que lleva adelante el movimiento a nivel mundial, pero adaptándolas a la realidad local y regional”, explicó.

Moyetta indicó: “La propuesta de Bordamos por la Paz consiste en reunirse en un espacio público donde se invita a transeúntes a bordar y, al terminar, los pañuelos se exponen en la calle. Se borda sobre una tela blanca, el nombre y un breve texto para contar las historias de las víctimas, o también pensamientos y sentimientos que cada uno tiene con respecto a la situación que se aborda, por ejemplo, con la quita de derechos que el actual gobierno antipueblo lleva adelante. En general, los pañuelos no se bordan en un solo encuentro ni los borda una sola persona. El Colectivo da seguimiento y cuidado a los pañuelos, cuyo bordado se retoma en juntadas posteriores”.

“A través de esta acción colectiva, se busca generar la participación ciudadana para exteriorizar los sentimientos de dolor, de rabia y de impotencia que permanecen, la mayoría de las veces en silencio, y para sensibilizar a cada ciudadano con respecto a los dramas colectivos”, destacó.

Colectivos y organizaciones civiles protestan por la violencia, los asesinatos y desaparición de personas. Bordan en pañuelos blancos, los nombres de las víctimas de la violencia. En este caso son bordados que dan cuenta de los nombres y biografías de estas víctimas del terrorismo de Estado de Río Cuarto y región, y consignas sobre derechos humanos; a lo que se sumó la serie “40 años de democracia” con trabajos en cerámica realizados por alumnos del taller que coordina la profesora Elina Ariaudo, dependiente del Departamento de Arte y Cultura de la Secretaria de Extensión de la UNRC.

Música

El acto contó con la actuación del Ensamble de Música Popular Argentina y Latinoamericana de la UNRC, que interpretó Libertango, de Astor Piazzola; El Mishquisitu, de Sixto Palavecino y el Escondido del Ututo.

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