En la última reunión del Consejo Superior, los estudiantes leyeron un documento que harán llegar a los candidatos a ocupar el Rectorado de la UNRC.
De cara a las elecciones, estudiantes de la Universidad Nacional de Río Cuarto presentaron un documento ante el Consejo Superior con sus exigencias y necesidades, que harán llegar a los candidatos a ocupar el Rectorado de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que participan del proceso electoral que está en marcha.
Es una carta abierta que fue leída por el expresidente de la Federación Universitaria de Río Cuarto Mariano Llóbell y avalada por los estudiantes presentes en el recinto. Indicaron que es la síntesis de lo discutido en asambleas de los centros de estudiantes de Ciencias Humanas y Ciencias Exactas, a la cual adhirieron distintas agrupaciones.
Nota relacionada: Elecciones en la UNRC: dos listas pugnarán por el Rectorado
Señalaron que pedirán a los ganadores de las elecciones universitarias que ayuden al estudiantado a mejorar su situación y que cumplan con sus exigencias, entre las cuales se mencionó la derogación de la Ley de Educación Superior, máximo instrumento para la mercantilización de la educación; el cumplimiento de la Ley de Educación Nacional con 6% del PBI nacional destinado a presupuesto educativo; la ampliación de la política de becas de la UNRC, el presupuesto y sus montos; el condicionamiento de las residencias estudiantiles universitarias con todos los servicios básicos de calidad; la creación de lugares gestionados por la UNRC para brindar alojamiento a estudiantes en toda la ciudad; una mejora en la red de wi-fi del Campus; cumplimiento del ciclo lectivo según el calendario académico de la UNRC para la utilización del B.E.G.; implementación de franjas y bandas horarias en todas las carreras de la Universidad; implementación de un sistema mixto de cursada; nuevos cargos docentes para cubrir las demandas de bandas horarias con mejores condiciones laborales; y salarios de los trabajadores universitarios por encima de la Canasta Básica Total.
A continuación, el escrito completo:
Se aproxima una nueva elección de autoridades en nuestra Universidad y como estudiantes creemos que es momento para poner en discusión los temas y problemáticas troncales que hacen a la vida universitaria, al acceso real a la Educación Pública y a la situación de la clase trabajadora a la que pertenecemos.
Los estudiantes somos víctimas directas de la alarmante situación de nuestro país, producto de una crisis económica mundial y a los cada vez mayores niveles de endeudamiento, condiciones que hoy determinan la degradada calidad de vida del pueblo trabajador y el retroceso en el acceso a derechos universales como la educación en todos sus niveles, salud integral, vivienda digna, alimentación saludable, entre otros.
Vivimos en un país que hace décadas está subordinado por la deuda con el Fondo Monetario Internacional y otros tantos organismos, la cual conforme pasan los años ha ido instalando un modelo de achicamiento del gasto público llegando a niveles catastróficos como los que vivimos en este 2023, donde el ítem de la distribución presupuestaria del país a la que más fondos se le destina es Pago de la deuda pública, y donde la deuda externa argentina representa el 55% de nuestro PBI. Muy por debajo de este porcentaje quedan las áreas que corresponden a garantizar el bienestar y la dignidad social como lo son educación, salud, transporte, ciencia y técnica.
En materia de educación señalamos que el presupuesto destinado a este sector para el año 2023 es el segundo más bajo de los últimos 11 años y que cada vez estamos más lejos de cumplir con la ley de educación nacional del año 2006 que establece que los fondos destinados al sistema educativo en todos sus niveles deben ser equivalente al 6% del PBI nacional.
Frente a la falta de financiamiento de la Educación por parte del Estado crece la mercantilización del sistema educativo. Al día de hoy, las corporaciones globales y sus subsidiarias locales, directamente o a través de ONG y fundaciones -con amparo de UNESCO como organismo internacional-, financian las unidades académicas, violentando la autonomía universitaria y restringiendo a los órganos de gobierno en las definiciones sobre la política académica y científico-técnica.
Por otra parte, un mundo del trabajo cada vez más chico y precarizado determina mayores índices de desocupación o empleos con salarios que no superan la línea de la pobreza, condicionando nuestras posibilidades de desarrollo.
En otros momentos la familia de cada estudiante era quien sostenía económicamente el período de estudio de sus hijos, pero esto está resultando cada vez más difícil debido a que los salarios de la familia trabajadora están muy por debajo de cubrir las necesidades básicas. En consecuencia, cada día somos más los estudiantes que nos vemos obligados a trabajar para contribuir a la economía de nuestros hogares y sustentar nuestros estudios con todos los aspectos que ese proceso implica (alquiler, alimentos, servicios, transporte, conectividad, entre otros).
Quienes logramos conseguir trabajo estamos subordinados a condiciones sumamente precarias y salarios muy mal pagos; destinamos muchas horas de nuestro tiempo para intentar costear y reproducir nuestra vida, lo que se traduce en no poder sostener la vida académica, atrasar nuestros trayectos curriculares y la deserción misma. Y a quienes logramos permanecer se nos hace cada vez más dificultoso poder graduarnos.
El sistema de becas de las universidades y todas las políticas de bienestar pensadas para el estudiantado han sido sostén para resistir la deserción. Ratificamos la importancia y el valor que tienen el comedor universitario donde accedemos a un menú estudiantil, diario, variado y calórico; las residencias universitarias que permiten el acceso a muchos estudiantes de la región y el país; al igual que las becas económicas que representan un 2% del presupuesto de la UNRC.
Pero aun con estas políticas de bienestar estudiantil de avanzada en relación a otras universidades nacionales sigue habiendo un gran porcentaje de la población que no accede a estos beneficios y que sin ellos se torna imposible su sostenimiento en nuestra universidad.
El contexto demanda políticas de bienestar más amplias e incluyentes, con mecanismos que no expulsen a los estudiantes y que no se resuelvan con recortes a otras áreas de nuestra universidad, sino que se conviertan en exigencias al Estado Nacional, quien debe ser garante de nuestros derechos y quien debe priorizarnos por sobre cualquier otro interés.
En el mismo sentido, es momento de defender y avanzar en derecho histórico logrado por la lucha estudiantil como lo es el Boleto Estudiantil Gratuito, pero que actualmente se nos presenta con recortes y retrocesos. Por un lado, año tras año desconoce a muchos estudiantes debido a la complejidad para realizar su gestión y por otro, no contempla los períodos en que no hay dictado de clases pero en los que la actividad académica por parte de los estudiantes continúa, como lo son los recesos y períodos de exámenes finales. De la mano de esto entendemos que no hay cumplimento total del derecho al transporte si no hay un sistema para el mismo que se planifique en función de las actividades y necesidades de los estudiantes y trabajadores. En la actualidad con el nuevo sistema de recorridos troncales y ramales impuesto por la empresa local se complejiza el acceso de los barrios a la universidad, a las instituciones educativas, al hospital y a los lugares de trabajo. La incidencia de la Universidad y sus claustros en los debates y la lucha por alcanzar un sistema de transporte digno es decisiva y en pos de eso se nos presenta una tarea colectiva a encarar con urgencia y compromiso.
Otra área sensible para el bolsillo del estudiante y su familia es la vivienda. Actualmente hay una escasez habitacional para alquilar sumada a la alta tasa de inflación y la especulación de las inmobiliarias, lo que conforma una situación muy compleja para establecerse en la ciudad. La actividad de la UNRC atrae cada año a muchos estudiantes de la región y el país, los cuales dan vida a la ciudad y motorizan gran parte de la economía local. En consonancia con esa situación la UNRC es un polo estratégico para demandar que la política de vivienda de la ciudad esté pensada en función de las necesidades estudiantiles, con facilidades para poder alquilar, con tasas diferenciales y menores exigencias a la hora de establecer los contratos, así como la posibilidad de crear fondos públicos de caución que sirvan para reemplazar el mecanismo de la garantía inmobiliaria que perjudica a muchísimos estudiantes. En ese mismo sentido, es necesario también el planteo de nuevas alternativas en las que la universidad garantice espacios residenciales en la ciudad, con costos de alquiler mínimos y costeando los gastos de servicios básicos.
Con un nuevo sujeto estudiantil que además de estudiar tiene que trabajar se nos presentan más necesidades a suplir, las cuales entendemos deben convertirse en nuevos derechos estudiantiles.
Durante el período de pandemia donde se implementó la cursada virtual pudimos notar que muchos compañeros y compañeras que trabajaban pudieron retomar sus estudios en todas aquellas asignaturas que grababan las clases y planteaban actividades asincrónicas, pero con la vuelta a la presencialidad plena esos compañeros dejaron de poder sostenerse en la carrera. Sería un gran avance que la UNRC se planteara un sistema mixto/híbrido de cursada, en la cual cada estudiante pueda optar por cursar presencialmente o de manera remota en función de sus posibilidades horarias y/o además cuente con las clases grabadas para poder cursar en su tiempo libre, abarcando diversas modalidades que se adecuen a las distintas realidades estudiantiles. Pensar esta modalidad implica un refuerzo presupuestario para infraestructura, servidores, mantenimiento de dispositivos docentes, becas de conectividad docentes y estudiantiles, entre otras cosas.
De la mano de esta reestructuración urge retomar la discusión sobre la implementación de franjas y bandas horarias, que permitan acomodar la actividad estudiantil en un solo turno, liberando el resto del tiempo para trabajar, para el cuidado de familiares a cargo, estudio y demás actividades.
Como movimiento estudiantil, basados en nuestras problemáticas comunes y dejando de lado las divisiones partidistas/electorales nos planteamos superar la situación política que somete a nuestro país y nuestra región a esta realidad económico social en general y educativa en particular.