María Virginia Mosconi, estudiante de la Licenciatura en Ciencias Biológicas de la UNRC, resultó elegida junto a dos jóvenes investigadoras de pregrado de Colombia, una de Brasil y otra de México. Se especializa en el uso del sistema de información geográfica y en el anillado de pájaros. 

María Virginia Mosconi (24) es la única argentina que resultó ganadora de la Beca del Fondo François Vuilleumier para la investigación en aves neotropicales 2023.

Obtuvo esta beca internacional para la realización del trabajo final de su carrera de grado centrado en la selección de hábitat reproductivo para un pequeño pajarito que vive en los pastizales, llamado tachurí canela (Polystictus pectoralis), una especie globalmente amenazada.

Ha recorrido un largo camino y se entusiasma con trabajar “para que la ornitología sea un área cada vez más diversa y accesible”. Ya el año pasado, su proyecto fue beneficiado con la Beca Aves Argentinas, que ayuda a financiar proyectos de investigación en temáticas abiertas, como ecología, comunidades, comportamiento, conservación, anatomía/morfología y genética, entre otras.

En su tesis explora el tachurí canela, ave insectívora especialista de pastizales altos y arbustales, que por sus hábitos migratorios está presente en la región central del país desde septiembre/octubre hasta febrero/marzo. Esta especie ha sido categorizada como vulnerable en Argentina y como casi amenazada a nivel mundial. En la actualidad, sus poblaciones están declinando rápidamente debido a la degradación y destrucción del hábitat, ocasionado principalmente por la agroindustria.

Mosconi analiza los requerimientos de hábitat necesarios por parte del tachurí canela para el establecimiento de su territorio reproductivo, tanto en función de la estructura del paisaje, como de la configuración del ambiente a escala local.

Generar conocimiento científico acerca de los hábitats donde la especie se reproduce permitirá accionar eficientemente sobre su manejo y conservación.

El sitio de estudio es la estancia Las Dos Hermanas, perteneciente a la Fundación Rachel & Pamela Schiele, ubicada al suroeste de la localidad de Arias, en el departamento Marcos Juárez.

Es una reserva privada implicada con la producción de servicios ecosistémicos y la conservación de la biodiversidad, para lo cual dispone de superficies destinadas a la agricultura orgánica y áreas naturales con humedales salinos, pastizales y arbustales en buen estado de conservación.

En esta oportunidad, la estudiante obtuvo una de las cinco becas de pregrado otorgada este año a trabajos científicos de América Latina y el Caribe por el Fondo François Vuilleumier para la investigación en aves neotropicales. Resultó elegida junto a dos jóvenes de Colombia, una de Brasil y otra de México.

El objetivo del fondo François Vuilleumier es brindar una beca para estudiantes de instituciones universitarias de pregrado y posgrado que estén realizando estudios con aves en la región neotropical.

La Sociedad Ornitológica Neotropical es una organización sin fines de lucro, que promueve la investigación científica de las aves y sus ecosistemas.

Soy una apasionada por naturaleza en general y de la ciencia, la ornitología y el arte en particular. Me encanta aprender sobre evolución, conservación, genética, migración….

Investigo en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad Nacional de Río Cuarto, donde me especializo en el uso de GIS -por las siglas de su nombre en inglés; sistema de información geográfica; entorno para recopilar, gestionar y analizar datos- y en el anillado de aves. Trabajo en comunicación científica, buscando expandir el conocimiento y el amor por las aves por fuera de la academia. Y tengo el honor de formar parte del equipo de comunicación de eBird Argentina -monitoreo de biodiversidad aviar y sus tendencias poblacionales-”, cuenta esta estudiante de la Licenciatura en Ciencias Biológicas, oriunda de General Deheza, que, además, se encarga del área de comunicación del Club de Observadores de Aves de Río Cuarto.

Su trabajo final se realiza en el Laboratorio de Ornitología de la Orientación Biodiversidad Animal II del Departamento de Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales, bajo la dirección del doctor Pablo Brandolín y la co-dirección del doctor Carlos De Ángelo, docentes investigadores de esa unidad académica.

– ¿Cuánto hace que viene trabajando con las aves y, en particular, con el tachurí canela?

– Mi interés por las aves viene desde hace muchos años. Cuando era pequeña, las admiraba porque sentía que conocían el mundo de una forma muy diferente a la mía. Siempre me sorprendió su capacidad de volar y de entender los ambientes desde las alturas o también cómo recorren muchos kilómetros en poco tiempo, sus comportamientos, la gran diversidad de formas y plumajes que tienen… eso, para mí, las volvía fascinantes. Pasó un tiempo hasta que descubrí que podía estudiarlas desde una perspectiva científica y cuando lo hice, mi vida cambió para siempre. Comencé a involucrarme más activamente a principios de 2020, luego de adquirir mi primer par de binoculares y mi trabajo con ellas comenzó hacia fines de 2021, al mismo momento que empecé a estudiar el tachurí canela.

– ¿En qué etapa está?

– Estoy en la parte final de la Licenciatura en Ciencias Biológicas, terminando de cursar y rendir, y trabajando en mi tesina de grado.

– ¿La sorprendió que la hayan elegido para la beca del Fondo François Vuilleumier?

– Muchísimo. Es una convocatoria bastante competitiva y le dediqué mucho esfuerzo a la aplicación. El día que recibí la noticia fue completamente de sorpresa, algo increíble. Realmente, para mí significa haber cumplido un sueño y la felicidad que siento es indescriptible.

– ¿En qué consiste la beca?

– En fondos para financiar la investigación. Es una oportunidad que va a abrir muchas puertas, por ser una beca de gran prestigio en ornitología.

-Va a explorar el uso y selección de hábitat a dos escalas para esta especie globalmente amenazada ¿qué significa?

– Se relaciona con el nivel en el cual se van a medir las variables y en donde se realizará el análisis e interpretación de los datos. Podemos personalmente acercarnos al terreno y medirlas allí, trabajando a escala local, o podemos medirlas sobre un área mucho mayor, utilizando imágenes satelitales y trabajar a escala de paisaje.

El proceso de uso y selección de hábitat en aves puede estar influido o no por información que los organismos detectan a una o varias escalas en simultáneo. Nuestro desafío entonces es, en función de la información que recolectemos y los resultados obtenidos, ofrecer una interpretación sobre desde qué nivel creemos que el tachurí canela analiza el ambiente para decidir si establecerse o no en nuestra región.

– ¿Cuál es el trabajo de campo?

– El Tachurí canela es una especie migratoria para esta región y eso se traduce en que sólo podemos detectar su presencia en una determinada época del año, por ende, para los objetivos de este trabajo sólo es posible muestrear en un período acotado de tiempo. Concretamente, llega a la zona entre septiembre-octubre para reproducirse y luego se retira hacia el Norte, entre febrero-marzo. Y repite el ciclo nuevamente cuando llega la primavera. El trabajo de campo está relacionado con el muestreo de las variables a escala local. Para eso, dividimos el área total de trabajo -más de 4.000 hectáreas- en áreas más pequeñas, que visitamos aleatoriamente para realizar censos. A partir del estudio de la biología del tachurí canela planteé el protocolo que utilizo, determinando los puntos de muestreo y el radio sobre el cual mido todas las variables involucradas. En cada punto, por un tiempo ya preestablecido, determinamos presencia y abundancia del tachurí, a la vez que registramos la presencia de otras especies de interés. Esto está acompañado con información cualitativa y cuantitativa sobre la vegetación y el ambiente circundante dentro del área comprendida en el radio.

Las demás variables, asociadas a la escala de paisaje, las mediré utilizando imágenes satelitales correspondientes a los días donde realizamos el muestreo a campo y, para ello, usaré softwares específicos – Sistemas de Información Geográfica-.

– Una vez traídos los datos del campo, ¿qué se hace en el Laboratorio?

– El trabajo posterior consiste principalmente en el análisis e interpretación de esos datos, lo cual requiere de varias horas en computadora. No sólo es analizar y obtener modelos estadísticos, sino que es necesario encontrarles un sentido biológico a los resultados numéricos.

– En relación con la conservación de aves, ¿qué suma este trabajo?

– Revaloriza los estudios de uso y selección de hábitat a diferentes escalas, como herramientas de conservación para especies amenazadas, que en Argentina no son tan comunes. Se sabe que la relación entre una especie y su hábitat es específica, si el objetivo a largo plazo es recuperar las poblaciones de una especie amenazada, investigar y conocer sobre sus requerimientos de hábitat a partir de procesos ecológicos y evolutivos es fundamental para entender la distribución de los organismos.

– ¿La configuración y composición del paisaje es determinante para la conservación de aves?

– Completamente. Para entenderlo, podemos pensar lo que le pasa a la especie humana al momento de elegir en dónde vivir, siempre que esto sea posible. En general, determinamos los aspectos que consideramos fundamentales para establecernos en un lugar, tenemos cierta flexibilidad si el escenario no es el ideal y evaluamos opciones si se nos ofrece algo diferente a lo que esperábamos, para terminar, haciéndonos presentes en el espacio que mejor se adapte a nuestras necesidades. Con las demás especies pasa lo mismo, sólo que estos procesos de uso y selección del espacio llevan tiempos diferentes y todo ocurre en un espacio distinto, dentro de los ecosistemas.

No da lo mismo cualquier configuración, ni cualquier composición del paisaje para las especies, ya sean de aves o de otros grupos. Los cambios configuracionales de los hábitats ocurren a tasas extremadamente elevadas, producto de la actividad humana. Las diversas adaptaciones que permiten que un ave esté presente en un hábitat responden a procesos evolutivos que van en el orden de los miles hasta los millones de años, mientras que ese hábitat puede desaparecer por completo de un año para el otro.

Ser capaces de interpretar los procesos evolutivos y geológicos que les dieron forma a los ambientes donde actualmente se hace presente una especie y poder contrastarlos con la realidad actual de ese lugar es clave en la conservación de aves, y más en el caso de especies amenazadas. Aquí está la riqueza de los estudios de uso y selección de hábitat; conociendo esto, podemos planificar y accionar sobre cuál sería la configuración y la composición más adecuada para una determinada especie o grupo de especies de aves.

– ¿Las aves disponen cada vez de menos recursos?

– En nuestra región, un alto porcentaje de los ambientes naturales están modificados producto de la actividad humana. Eso genera nuevos escenarios para las aves, con distintos tipos de ambientes modificados que tienen recursos diferentes para ofrecerles en cuanto a alimento, sitios para perchar, esconderse, construir sus nidos; con otros predadores y enfermedades, que en los ambientes naturales quizás no estaban.

Algunos relictos naturales aún se conservan, pero otros ambientes están altamente modificados y, en ellos, la calidad y los tipos de recursos presentes son distintos. Lo sorprendente es que estos contrastes se observan generalmente entre sitios separados por pocos kilómetros. Algunas especies tienen cierta flexibilidad para utilizar los ambientes modificados, es decir son más generalistas, pero otras son especialistas y no los toleran.

– ¿Por qué son importantes las aves y su preservación?

– Las aves representan uno de los grupos más sensibles a las modificaciones generadas por cambios en el uso del suelo, una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo y esto es relevante si pensamos que, para Argentina, sólo alrededor del uno por ciento del área total de los pastizales pampeanos está protegida. Córdoba es un sitio privilegiado para la conservación de aves. En Argentina están descriptas 1.036 especies, y de ese total, hay 405 especies en esta provincia. Esta gran diversidad en número está acompañada de una amplia diversidad de roles que ocupan. Las aves carroñeras ayudan al saneamiento de los ambientes, otras son depredadoras y mantienen en número a las poblaciones de presas. Las que consumen insectos son grandes controladoras de poblaciones que los humanos consideran como plagas o que son vectores de enfermedades. Otras especies de aves se alimentan de frutos y son grandes dispersores de semillas, que colaboran con la restauración de los ambientes destruidos, por ejemplo, por el fuego.

¿Cómo se lo puede preservar el tachurí canela?

El Tachurí canela es una especie de pájaro que pertenece a la familia de los Tiránidos y es especialista de los ambientes pastizales altos (con vegetación de más de un metro de altura) y arbustales; con hábitos migratorios para la región; y se estima que en Argentina hay entre 2.500 y 10.000 individuos adultos. En la actualidad, sus poblaciones están declinando debido a la degradación y destrucción de su hábitat natural, ocasionado principalmente por la agroindustria.

Un lineamiento para su conservación se vincula con el correcto manejo de las áreas donde la especie está presente y la conservación y restauración de áreas de pastizales naturales, especialmente de pastizales altos.


Fuente: Prensa UNRC

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