Leticia Latorre es licenciada en Obstetricia y desde hace 15 años se desempeña en la Maternidad Kowalk. En el Día Mundial de la Obstetricia y la Embarazada, dialogó sobre la necesidad de revalorizar el rol de las obstétricas y la necesidad de actualizar la ley vigente.  Además, brindó una mirada personal sobre la profesión.

“Una vez una mamá me dijo ‘no me quiero ir de la ducha’. Así que nos mojamos las dos, mientras ella puje yo me acomodo en cualquier lado”, dice mientras sonríe y recuerda algunas de las tantas anécdotas que la profesión le dejó. Leticia Latorre es licenciada en Obstetricia y mientras recorre uno de los pasillos de la Maternidad Kowalk aclara que esa es su segunda casa desde hace 15 años.

Cada 31 de agosto se celebra el Día Mundial de la Obstetricia y la Embarazada. El día tiene como objetivo concientizar e informar sobre el trabajo que llevan adelante. En Córdoba la situación es particular: la carrera dejó de estar en las universidades hace 40 años, pero hay casi 50 profesionales y eso la convierte en la provincia argentina con mayor cantidad. Más particular aún es Río Cuarto que es el lugar de la provincia donde más obstétricas hay. Aquí, en el “Imperio” del Sur Cordobés, son alrededor de 15 mujeres -obstétricos hay uno solo en toda la provincia- las que ocupan este rol fundamental. 

El de las obstétricas es uno de los trabajos más antiguos del mundo, donde hubo una mujer también había una partera. Ese nombre llevaban antiguamente quienes acompañaban a la mujer en el parto y, generalmente, tenían la experiencia y no la teoría. Los tiempos cambiaron y ahora algunas reniegan del nombre y otras, como Leticia, lo abrazan, pero explica que no solo están capacitadas para acompañar a la mujer en el momento del parto.

“La denominación partera es como que nos encasilla en sala de parto y en realidad podemos acompañar a las mujeres en la preconcepción, en el embarazo y el puerperio. Podemos trabajar en escuelas brindando Educación Sexual Integral, en investigación, en docencia, en campañas de prevención y en consejería sobre la Intervención Voluntaria del Embarazo. Es más que estar una sala de parto”, explica. 

Como parte de la lucha por reivindicar el rol de las obstétricas, este año se conformó la Asociación Civil de Licenciados en Obstetricia de la Provincia de Córdoba. Son a 39 profesionales los nucleados por la asociación, solo dos son de la Capital provincial. Otros están en Canals, Vicuña Mackenna, Moldes y Villa Dolores. Latorre es quien preside la asociación y aseguró que uno de los objetivos fundamentales es poder modificar la Ley 17.132, que fue sancionada en 1967 durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía y las coloca en un lugar pasivo.

¿Qué modificaciones necesitan que tenga esa ley?

LL: Nuestra ley data de 40 años y nos pone en un lugar pasivo y dependiente de la figura de un médico. Ya trabajamos con el Ministerio de Salud y presentamos un proyecto para modificarla y agregarle algunas incumbencias. La ley es muy limitante y lo que buscamos es la autonomía de la profesión nosotras podemos tener un consultorio particular y atender, siempre y cuando todo esté dentro de lo normal. Cuando hay algo que se sale de la norma tenemos que derivar a esa mujer a un médico.

– ¿Qué diferencia a un Licenciado en Obstetricia de un médico?

LL: El médico está formado para intervenir, para lo que es patológico. En cambio, nuestro eje está en factores salutogénicos, trabajamos desde la normalidad. Los médicos encuentran embarazadas normales y tienden a intervenir. En todos los nacimientos de Córdoba no hay parteras, por eso tenemos un Índice de Cesárea que supera el 70%. 

Un cambio de paradigma

Acompañado de un alto número de cesáreas, y a pesar de que la Ley de Parto Respetado fue reglamentada en 2015, la licenciada destacó que en la provincia hay un índice elevado de experiencias negativas referidas al nacimiento. “Está comprobado científicamente, no quiere decir que es la salvadora la partera, pero donde haya obstétricas disminuyen las cesáreas y aumentan las experiencias positivas. Eso está relacionado a que la mujer llega con otra predisposición al nacimiento y al post nacimiento”, comentó Leticia.

Hay un vínculo que se genera entre las parteras y cada embarazada. Se va gestando en los controles prenatales y en los cursos de preparto, en los que se comparten saberes para llegar con herramientas e información al momento del nacimiento. Algunos de esos vínculos perduran, y por ello, desde 2016, Leticia coordina un grupo de Facebook llamado “Mami Kowalk”. Allí sigue conectada con algunas de las mamás que han confiado en ella para que las acompañe en el nacimiento de sus hijos. Algunas otras no están en ese grupo, pero si la encuentran por la calle le recuerdan que fue ella la que las asistió en su parto. 

“La idea es que cada mamá se apropie de su nacimiento. No somos protagonistas nosotros, el equipo de salud, sino que lo es la familia y la embarazada. Por eso es importante que se acerquen al curso de preparto, que tengan información para decidir cómo quieren que sea el parto”, expresó Leticia.

– ¿Generó cambios en su profesión la Ley de Parto Respetado?

LL: Las obstétricas siempre tuvimos una formación naturista, de respetar los procesos fisiológicos. Por eso la ley no nos obligó a nada. Lo que yo noto es que las situaciones de violencia obstétrica existían y existen, y es triste que tengamos que tener una ley para obligarnos a trabajar como corresponde.

En el último tiempo, cada vez son más las mujeres que deciden tener partos domiciliarios. Leticia reflexiona sobre ello y se detiene a hablar de cómo la cultura interpela, como en todos los aspectos de la vida, en el momento del nacimiento.

“Hay que, en vez de juzgar, pensar que estamos haciendo las instituciones que las alejamos. Para un parto no se necesitan muchos recursos más que una habitación hogareña y espaciosa para que la mujer pueda caminar y estar acompañada. (…) Tenemos anécdotas de partos en remises, escaleras, baños, caminando o en las camas de sus casas. Obvio que hay lugares no ideales, pero ¡el bebé nace cuando quiere nacer! Cuando cambiamos la idea de nacimiento naturalizamos todas estas cosas y no nos asusta”, dice mientras se ceba un mate, su compañero en las largas guardias que realiza.

Con las refacciones que se realizaron en el edificio, la Maternidad Kowalk contempló la Ley de Parto Respetado y cada embarazada tiene una habitación individual. “Siempre hubo muchas obstétricas y es una institución acostumbrada a partos vaginales, entonces la visión del nacimiento es otra”, relató Latorre en relación a la visión de la institución.

Una visión personal

“El primer nacimiento que vi en mi vida casi me desmayo, fue acá en la Maternidad. Después el primero que asistí una partera me ayudó porque no paraba de tiritar, la beba se llama Erica Valentina, la partera puso las manos conmigo porque se me caía”, recuerda entre risas, mientras su voz todavía refleja algo del nerviosismo que vivió en esos momentos. Atrás quedó esa Leticia que recién comenzaba. Se hizo camino al andar y ahora asegura tener un “ojo clínico preciso”. 

Latorre estudió Enfermería en la Universidad Nacional de Río Cuarto, pero la búsqueda de especializarse en materno infantil la llevó a encontrarse con la Licenciatura en Obstetricia. Cómo la carrera ya no existía en Córdoba, estudió en la Universidad Nacional de Entre Ríos. La mitad de la carrera la hizo en Concepción del Uruguay (Argentina) y Paysandú (Uruguay), ya que su título es binacional. En 2009 volvió a Río Cuarto para hacer sus prácticas en la Maternidad y en 2010 ingresó oficialmente a trabajar allí, en su segunda casa.

Los primeros nacimientos que asistió los anotaba. Ponía los nombres y fechas de esos bebés. Con el tiempo perdió la cuenta. Lo que sí recuerda son las anécdotas, algunas buenas y otras no tanto. “No siempre es todo rosa en un parto. Me ha tocado acompañar familias en momentos muy tristes y eso te lo llevas. El nacimiento al igual que la muerte son las dos caras de la vida, hay que estar preparada para los dos colores, sostuvo Leticia.

Además de ser obstetra, en la Maternidad y en el Hospital San Antonio de Padua -donde lograron que luego de 25 años se otorguen tres cupos- Leticia es docente de Biología en Carnerillo. 

– ¿Cuánto tiempo de tu vida destinas a tu profesión?

LL: Se relega muchísimo tiempo. El sistema de guardias es de 24 horas, una como mamá sabe que por un día dejas a tus hijos. Acá pasamos cumpleaños, navidades, años nuevos, día de la madre, día del padre, eventos familiares. La entrega es grande, por eso buscamos el reconocimiento.

– ¿Qué te ha dado, en lo personal, ser obstétrica?

LL: Mis nacimientos fueron bellos, yo era candidata a cesárea y yo decía ‘el colmo de la partera no tener parto’. Eso me llevo, mis nacimientos y el de mis seres queridos. Es gratificante que confíen en mí, poder usar todo lo que aprendí en la universidad y en mí caminar para el bien de más mujeres. Me encanta dejar huellas en la vida de los demás.

– ¿Cómo te moviliza acompañar durante el parto a una mujer?

– LL: Después de cada nacimiento lo que vemos es como una fotografía desde arriba. Ves la familia, ves a la mujer como se va transformando. Y después el final, yo al bebé se los entrego en el pecho y ves esa escena de ellas con su bebé a upa, es bello y es algo mágico. Un nacimiento nunca deja de emocionarte, se te caen las lágrimas.

– ¿Qué te gustaría para las y los licenciados en Obstetricia y las embarazadas?

– LL: Que se nos actualice la ley, poder reabrir nuestra carrera y conseguir que en cada lugar donde haya un nacimiento haya también una obstétrica que le garantice a cada embarazada una experiencia positiva y se lleve un lindo recuerdo.

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