El obispo de Río Cuarto presidió la ceremonia en la Catedral local ante autoridades y vecinos. En su mensaje, llamó a retomar el espíritu de los próceres, fortalecer el diálogo, superar divisiones y construir una comunidad fraterna y solidaria.

Este miércoles 9 de julio por la mañana, en el marco de los actos oficiales por el Día de la Independencia, el obispo de la Diócesis de Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona, encabezó el tradicional Tedeum en la Iglesia Catedral, ante la presencia de autoridades municipales, regionales, provinciales, fuerzas vivas y vecinos.

Durante su homilía, Uriona realizó un repaso del sentido profundo de la independencia argentina y señaló que “sin bien común, no hay patria posible”. En esa línea, destacó que la gesta de 1816 no fue solo una declaración política frente a una corona extranjera, sino un proceso fundado en ideales de justicia, dignidad y libertad para todas las personas.

“El 9 de Julio fue el inicio de un largo camino de construcción nacional. Los próceres, con sus diferencias, lograron encontrar consensos y arriesgaron sus vidas por un futuro mejor para el pueblo. Hoy, ese desafío continúa vigente”, expresó.

El obispo advirtió que las tensiones y divisiones actuales son similares a las que vivió el país en otros momentos históricos. “La tentación de buscar el poder para beneficio propio, para el dominio sobre los demás y el privilegio de unos pocos en detrimento del conjunto, es una constante que debemos superar”, afirmó.

Inspirado en la encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco, Uriona hizo un fuerte llamado a recuperar el verdadero sentido de la política como servicio, y a construir una nación donde prevalezca el diálogo y se prioricen las necesidades de los más vulnerables. “La fraternidad no es un ideal utópico, sino un trabajo constante. Necesitamos más encuentros y menos enfrentamientos. Más compromiso por el bien común y menos intereses sectoriales”, sostuvo.

En el tramo final de su reflexión, el obispo aseguró que la verdadera independencia también implica romper “las cadenas internas” que impiden ser una sociedad más justa, fraterna y solidaria. “No basta con haber roto la dependencia externa en 1816. Hoy estamos llamados a liberarnos del egoísmo, la indiferencia y la desigualdad que nos impiden vivir como hermanos”, subrayó.

“Demos gracias por el don de la patria, y pidamos la gracia de comprender y vivir el espíritu de servicio que nos lleva a construir una auténtica cultura del encuentro. Como en 1816, hoy también necesitamos reencontrarnos como argentinos”, concluyó Uriona, en un mensaje cargado de compromiso social y esperanza colectiva.

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