Mientras vive sus primeros días como jubilado, el ex secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (ATURC) dialogó con CÓRDOBA HOY. Eduardo Tello habló sobre el rol del sindicalismo argentino, sus más de 4 décadas en la UNRC, los 12 años al frente del gremio y cómo es su vida tras alejarse de la actividad universitaria y gremial.

Eduardo Tello se mostró muy crítico respecto a la clase de dirigentes sindicales de nuestro país. Aseguró que “es la peor conducción obrera que ha tenido la Argentina tras el regreso a la democracia”. Aclaró que hay excepciones dentro del movimiento obrero que escapan a esta definición, pero reiteró que los peores dirigentes sindicales de la historia son los denominados “gordos o los independientes”.

Según el ex secretario general de ATURC, esta situación surgió porque una gran parte de esa dirigencia sindical ha sido cooptada por el poder económico. “Hoy la mayoría de la dirigencia sindical argentina está cumpliendo solamente el rol de gerenciador de mejoras salariales y laborales. Es el rol en donde el neoliberalismo siempre ha querido que estemos”, criticó.

Señaló que esto no debería ser así ya que en realidad “la dirigencia sindical forma parte de la clase social mayoritaria dentro de la sociedad argentina y no podemos quedar al margen de las decisiones que afectan al pueblo. Desde el asfaltado de una cuadra en un pueblo hasta las decisiones macroeconómicas terminan pegando muy fuerte en nuestra condición de recibir un ingreso fijo todos los meses”, expresó.

Sostuvo que la actual dirigencia gremial es tan mala o peor que la dirigencia sindical que surgió del famoso “Congreso San Martín”, en la época de Menem, “en donde le partieron la unidad del movimiento sindical a Saúl Ubaldini y de ahí comenzó toda esta situación, en donde, salvo en los años que gobernaron Néstor y Cristina Kirchner, el movimiento sindical fue perdiendo cada vez más derechos y fue viendo disminuir el poder adquisitivo de sus salarios”.

Respecto al accionar de la conducción sindical, Tello fue contundente: “Creo que las medidas neoliberales del menemismo y del macrismo no podrían haberse sostenido un solo día si hubiera un movimiento obrero con una dirigencia que entendiera claramente cuál es el proyecto político que favorece a la clase trabajadora y al desarrollo nacional”.

Consideró que el último gran dirigente sindical fue Saúl Ubaldini. “Durante su época, el movimiento obrero ejerció una de las mayores virtudes que ha tenido en su historia, fue en el momento donde la CGT se movía en el marco de un proyecto político para la clase trabajadora que eran los famosos 26 puntos de la CGT de Saúl Ubaldini. Ahí estaban condensadas las aspiraciones de los trabajadores en todas y cada una de las materias que hacen a un gobierno nacional”, destacó.

Aseguró que, en ese momento, el movimiento trabajador tuvo un proyecto propio de país que se expresaba en el programa de Huerta Grande 1957, La Falda 1962 y 1 de mayo 1968 de la CGT de los argentinos.

En los últimos dos años pasaron un montón de cosas en el país y la CGT brilla por su ausencia, no solo en acciones, sino en opiniones o a la hora de dejar en clara su posición. Y lo mejor que ha conseguido en este desbarajuste económico que tiene signos desestabilizadores para el Gobierno nacional es hacer una marcha el 17 de agosto, la cual entiendo es una movilización contra nadie porque no sé cuál es el sentido de esa manifestación”, cuestionó Eduardo Tello.

– ¿Qué tiene que tener un buen sindicalista?

Fundamentalmente tiene que tener un gran compromiso con los intereses de esos trabajadores. Para representar los intereses de los trabajadores hay que haber nacido en una familia trabajadora, ser trabajador y haber formado una familia de trabajadores. Insisto en que la relación política del movimiento sindical, más allá de los cargos, tiene que ver con estar discutiendo en la mesa de decisiones todas las políticas que en mayor o menor medida terminan impactando sobre la clase trabajadora, ya sea en su condición de activo como de pasivos. Lo digo porque es muy difícil entender y saber cuáles son las necesidades de la clase trabajadora si uno no forma parte de esa clase.

Yo creo que en Argentina la única persona que no venía de la clase trabajadora y entendió perfectamente cuál era el sentir y las aspiraciones de la clase trabajadora fue el General Perón.

-¿Fue difícil la decisión de jubilarse tras 43 años en la UNRC y sus 12 años como secretario general de ATURC?

-Si algún beneficio tuvo la pandemia en mi persona fue que a partir del 2020 el tema de los cuidados, de alejarte de la UNRC y de la actividad gremial fue acentuando en mí la idea de que había otra vida después de la UNRC y ATURC. Si en algún momento existe eso que llaman duelo ante alguna pérdida o alejamiento de algo, bueno yo a ese duelo lo hice durante la pandemia.

Por tal motivo, cuando llegó el momento de concretarlo, en un primer momento entregando la conducción del gremio y luego presentando la renuncia a la UNRC, la cuestión emotiva ya estaba resuelta.

Ahora comencé una nueva vida sin obligaciones de tipo laboral, sindical y que a lo único que estoy obligado ahora es a disfrutar de la familia, de mis nietos y todo lo que se pueda hacer a esta edad.

-¿Seguirá vinculado a la militancia o la política por fuera de la UNRC?

– No, eso ya quedó en el pasado. Yo comencé a tener una relación con la militancia en el 63´, es decir, tenía 18 años. Ya pasaron 50 años donde estuve volcado a toda esta actividad que tiene que ver con lo político y con lo social. Creo que éste es el momento en donde tengo que dar un paso al costado y que en cada una de esas actividades que me he desarrollado sean otras personas las que lleven adelante todo ese marco ideológico y político en donde uno ha estado inmerso durante tanto tiempo.

Más allá de dar alguna opinión a través de las redes, de contestar o brindar los saberes que uno ha generado durante todo ese tiempo cuando un compañero de la actual conducción del gremio me lo reclame, no tengo intenciones de estar activo en ningún tipo de militancia.

-¿Cuáles han sido sus conquistas o logros más importantes?

-Lo positivo tiene que ver con una visión muy personal que he tenido y la he remarcado en una de las primeras asambleas que me tocó conducir en el gremio nodocente, allá por los años 80, y que lo expresé cuando en el 2010 me tocó asumir la Secretaría General de la CGT de Río Cuarto, en donde planté que el principal objetivo era que al terminar mis mandatos yo pudiera caminar por la calle mirando a todos los compañeros con los que la vida me ha relacionado.

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“Mi principal objetivo como dirigente era que cuando terminara mis mandatos yo pudiera caminar por la calle mirando a todos los compañeros con los que la vida me ha relacionado”

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Creo que eso lo he cumplido y es el mayor logro luego de más de 30 años como dirigente sindical.

Respecto a las conquistas gremiales que hemos tenido, que no han sido mérito mío porque yo lo he compartido con una Comisión Directiva y fundamentalmente con la gran masa de afiliados que ha tenido la ATURC, creo que cada compañero tiene que hacer su evaluación y analizar cuál de los logros obtenidos son los que más han impactado beneficiosamente en su vida.

Yo siempre tuve muy en claro que cada decisión que tomáramos desde la ATURC iba a impactar no solamente en la vida de los compañeros nodocentes de Río Cuarto, sino que también eso se iba a trasladar a su familia. Uno siempre ha tratado de mejorar las cuestiones que tienen que ver con lo laboral y familiar.

-¿Qué representa la UNRC? ¿Cuáles han sido los buenos y no tan buenos momentos?

-Forma parte de mi vida. Yo entré a trabajar a los 25 años y estuve hasta los 68. Por lo tanto, es una parte de mi vida no solo por mí sino también porque le ha dado la posibilidad de trabajar a dos de mis hijos.

Uno cuando se despide de algo siempre dice ´a pesar de los buenos y malos momentos vividos…´ yo en realidad no me imagino que haya vivido malos momentos. Hubo momentos, sobre todo en la gestión sindical, de mayores tensiones, en donde hemos tenido que tomar decisiones más fuertes que otras, pero no hay malos momentos. La comunidad universitaria y sus circunstancias me permitieron desempeñar distintas funciones: estudiantes, egresado, trabajador y jefe de área, funcionario político, miembro del Consejo Superior y obviamente lo que más llevo en mi corazón los dos ciclos de dirigencia sindical que he tenido.

Ante todas esas responsabilidades quiero anhelar para todos esos compañeros de los distintos claustros que no se hayan sentido defraudados por mi accionar. Pasaron 43 años de mi vida por esta institución que formó y formará parte de mi vida, de mis recuerdos y de mi memoria hasta el último día que viva.

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