Dado que el dato del INDEC no está acompañado de una mejora parecida en la actividad económica, ni una recomposición de empleo y salarios, los economistas indagaron sobre las posibles causas de esta bifurcación.

El consumo privado, en términos absolutos, alcanzó en el primer trimestre de 2025 su valor más Durante el primer trimestre de 2025, el consumo privado alcanzó su nivel más alto desde que el INDEC comenzó a medir esta variable en 2004. Sin embargo, este crecimiento no se traduce en una mejora de la actividad económica, ni en el empleo o los salarios. Expertos señalan que este fenómeno se explica en gran parte por la suba de importaciones y el efecto del tipo de cambio.

Aunque el dato general es alto, si se lo analiza por habitante, el consumo todavía está por debajo de los niveles de 2018 y 2013. Además, es importante entender cómo se mide esta variable: el 55% del consumo privado corresponde a bienes (como alimentos, medicamentos y combustibles), y el 45% restante a servicios (como gastronomía, salud, transporte y telecomunicaciones).

Según el economista Martín Carro, parte de la sorpresa se debe a que muchas personas no tienen en cuenta que el INDEC mide el consumo de residentes argentinos, incluso cuando compran productos del exterior o viajan fuera del país. Esto explica por qué el consumo puede subir sin que haya más actividad económica local.

El tipo de cambio también tiene un papel importante. El consumo creció al mismo tiempo que se alcanzó un récord en importaciones: entre enero y marzo, las compras al exterior representaron un 32% del PBI, el porcentaje más alto en más de un siglo.

El economista Andrés Tavosnaska explicó que el 91% del crecimiento del consumo en los últimos dos años se debe a productos importados, y no a producción nacional. Por eso, aunque la gente consume más, no se crean nuevos empleos.

Otro factor clave es el consumo de bienes durables, como autos o electrodomésticos, que pesan mucho en la medición del INDEC. El economista Juan Graña señala que si alguien compra un auto caro, eso tiene más impacto en la estadística que miles de compras de alimentos más baratos.

Esto refleja una realidad desigual: mientras algunos sectores con ingresos altos aprovechan el dólar barato para consumir más, otros enfrentan caídas en su poder adquisitivo. El empleo y los salarios siguen estancados, especialmente en el sector público.

Un informe de la consultora Moiguer refuerza esta idea: aumentan las ventas de autos, viajes y productos importados, pero bajan las ventas en supermercados. Es decir, hay un consumo “dolarizado” de los sectores con más ingresos, mientras el resto ajusta su gasto.

Sobre la relación entre consumo y desigualdad, el sociólogo Daniel Schteingart sostuvo que no hay una suba clara en el índice de desigualdad (Gini), pero sí una concentración del consumo en algunos sectores, especialmente en bienes durables.

También aclaró que las ventas de alimentos no se reflejan solo en supermercados, ya que muchas personas compran en tiendas especializadas, piden comida por delivery o consumen alimentos más elaborados.

En resumen, aunque el consumo alcanzó un nuevo récord, esto no significa que toda la economía esté creciendo. La política cambiaria y la apertura comercial parecen explicar gran parte del fenómeno, que aún genera debate entre los analistas.

Fuente: Ámbito

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