El deterioro del salario, la pérdida de empleos y el recorte del gasto público configuran un escenario de fuerte crisis económica y social. Los sindicatos y organizaciones sociales se movilizan para frenar las políticas del Gobierno nacional, en un contexto donde los datos de la realidad desmienten el relato oficial.
Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, los indicadores laborales y sociales muestran una alarmante regresión. Según el informe de Coyuntura del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), el salario promedio en el sector privado perdió cerca de dos millones de pesos en términos reales. Peor aún, los trabajadores estatales sufrieron un deterioro del 22% en sus ingresos respecto al final del mandato de Alberto Fernández, acumulando una pérdida de más de cinco millones por persona.
La situación también golpea a quienes ya no están en actividad: los jubilados perdieron un 27% de su poder adquisitivo, lo que equivale a tres millones de pesos por persona. “El ajuste no es solamente un número, es un drama cotidiano para millones”, afirman desde los gremios que convocan al paro nacional.
El poder de compra en caída libre
Uno de los datos más significativos del informe de MATE es la evolución del salario mínimo, vital y móvil (SMVM), que se encuentra actualmente cerca de su piso histórico. Hoy, una familia necesita cinco SMVM para no ser pobre, mientras que entre 2006 y 2015 eran necesarios apenas dos. Este dato refleja el brutal retroceso del poder adquisitivo en apenas un año y medio de gestión libertaria.
La inflación, si bien muestra una leve desaceleración, no alcanza para aliviar la situación cotidiana de los trabajadores, especialmente cuando los precios siguen siendo inalcanzables y los salarios no logran recuperarse.
Recorte de obra pública y retroceso productivo
El ajuste fiscal implementado por el Gobierno nacional se tradujo también en la paralización casi total de la obra pública, lo que derivó en la pérdida de más de 180.000 empleos registrados: 100.000 en el sector privado, 62.000 en el público y 16.000 en casas particulares.
A esto se suma el retroceso de sectores clave: la industria cayó un 20%, la construcción un 14% y el comercio un 5%. “La motosierra arrasó con las posibilidades de recuperación productiva”, señalan desde espacios sindicales y académicos, que alertan sobre la falta de inversión en políticas de desarrollo.
Entre la resistencia y la esperanza
En este contexto, el paro nacional convocado por las principales centrales obreras y organizaciones sociales busca frenar el avance de un modelo económico que, aseguran, castiga a los sectores populares y favorece la concentración de la riqueza.
“El gobierno podrá mostrar estabilidad macroeconómica, pero la microeconomía está devastada. La gente no llega a fin de mes, y eso no se resuelve con épica libertaria”, expresó el periodista Gregorio Tatian en su informe Fuerte y Claro, donde analiza en profundidad las consecuencias del ajuste.
La medida de fuerza no es sólo un rechazo simbólico: es un llamado urgente a cambiar el rumbo económico. La masiva pérdida de empleos, la caída del poder adquisitivo y la paralización de la inversión pública configuran una crisis que se vive en la calle, en la mesa de cada hogar y en los lugares de trabajo. Por eso, para millones de argentinos y argentinas, el paro no es una opción: es una necesidad.
Foto: Juan Ramé / Multimedio SRT.