Animales que sufren, tierra arrasada, familias que perdieron todo y, lo único nuevo, carteles que dicen “se vende”. Verónica Nuesch, una de las veterinarias autoconvocadas que viajó a la zona de los incendios, relató el trabajo que realizaron. Además, aseguró que este mes irán por tercera vez.
Las sierras de Córdoba ardieron. En poco más de dos semanas se quemaron miles de hectáreas, principalmente en el Valle de Punilla y el Valle de Calamuchita. La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) contabilizó 76.921 hectáreas afectadas, pero los números no son exactos. Cara a cara con el fuego, el personal de bomberos hizo un enorme trabajo. Y, como siempre hay un después, ¿qué queda cuando el fuego se apaga?
“Todos te dicen ‘esto es como el velorio, los primeros dos días todos vienen a consolarte, después cada cual sigue con su vida’. Cuando se apaga el fuego se cree que ya pasó todo y se terminó. Pero la historia no se acabó, recién empieza”, cuenta Verónica Nuesch, médica veterinaria que inició, junto a la doctora Laura Fernández, una cruzada solidaria para asistir a los animales afectados por los incendios. Un grupo de 18 veterinarios, dos de ellos que llegaron desde Buenos Aires, viajó, a fines de septiembre, a la zona de Capilla del Monte. Algunos regresaron el pasado fin de semana para continuar por el camino de Río Pinto.
Cuando los bomberos terminan su labor son los médicos veterinarios, y los mismos lugareños, quienes entran en acción. Algunos animales son alcanzados por el fuego y no logran escapar, mientras que otros logran, con algunas secuelas, sobrevivir. “Nosotras veíamos las noticias y era cada vez peor, el fuego no paraba. El martes (24 de septiembre) ya habían empezado a aparecer imágenes fuertes, de animales quemados, así que mandamos un mensaje a un grupo de veterinarios y preguntamos quién se sumaba. En 3 días hicimos una campaña, la gente de Río Cuarto nos acompañó y logramos juntar medicamentos para ir”, expresó Nuesch sobre la iniciativa y la respuesta solidaria que recibieron por parte de los y las riocuartenses.
Los veterinarios autoconvocados, que viajaron desde la ciudad, prestaron su servicio a decenas de animales, desde aves, vacas, caballos y terneros “guachos” (perdieron a su madre en medio del incendio) hasta animales domésticos. Los pocos veterinarios oriundos de las zonas afectadas, según relató la médica veterinaria, no daban abasto con tanta cantidad de animales heridos.
No es solo tierra arrasada. Los animales de alta montaña que, como las corzuelas, suelen verse poco están bajando a las ciudades para buscar algo de comida. Las aves migran por falta de alimento. Los pumas, especie categorizada como vulnerable y con probabilidades de extinción, se hacen presentes en zonas urbanas. No quedan árboles de donde las aves puedan alimentarse, ni pastura para el ganado que sobrevivió. No es un relato dantesco, salido de la Divina Comedia, es lo que quedó en las sierras cordobesas tras el paso del fuego.
Verónica catalogó a los incendios, más del 95% intencionales, como causantes de un desastre ecológico y un ecocidio. Además, señaló que no existe ningún plan de protección para especies que están en peligro de extinción y tampoco uno de reforestación. Dijo que, si bien las sierras en pocos meses van a volver a estar verdes, no se va a resarcir el daño causado.
“Era un lugar donde respirabas paz, ahora mirás alrededor y no quedó nada. Solo se respira el ecocidio. Los animales perdieron su horizonte, están desorientados, y las personas perdieron su futuro”, sostuvo Nuesch.
En venta
En el camino a Capilla del Monte, en San Esteban, un incendio que se iniciaba entre dos viviendas las detuvo para colaborar con los vecinos. Lo mismo sucedió con otros dos focos de incendios en los cuales, sin pensarlo y haberlo planeado, las veterinarias brindaron su ayuda.
Además, mientras recorrían cada lugar ofreciendo curaciones a los animales heridos, los lugareños aprovechaban para contarles lo sucedido. Muchos de ellos perdieron todo: sus viviendas, su ganado y también las ganas de continuar viviendo allí. “Hay mucha gente que trabajaba en contacto con la naturaleza. Tenían gallinas y vendían huevos, que tenían ganado o que eran apicultores. Y perdieron lo poco que tenían, hay mucha gente desahuciada y no encuentran cómo recuperarse”, sostuvo Verónica sobre las sensaciones que le dejó el contacto con vecinos de las zonas que recorrieron.
Los 18 voluntarios lograron, gracias a una empresa de transporte riocuartense, llevar 34 rollos de alfalfa que fueron donados para alimentar a los animales que sobrevivieron.
El alimento aún sigue siendo insuficiente ante la cantidad de necesidad. “Por una cosa u otra los animales están muriendo. Falta alimento porque no quedó ninguna pastura, que es lo que consumían. El cambio de dieta que se les está generando a muchos animales, dándole el alimento altamente energético, que es lo que entregó la provincia, también conduce a la muerte. Y el agua que consumen de los ríos y arroyos está contaminada. No tomamos dimensión de las consecuencias”, contó Nuesch.
En el paisaje lo único que está inmaculado, porque fueron colocados después del paso del fuego, son los carteles que dicen “Se vende”. Signo de la desesperanza y de que poco se puede hacer allí.
La solidaridad como bandera
La médica veterinaria aseguró que a pesar de que muchas familias la están “pasándola muy mal”, hay un camino para salir adelante. Y en ese camino debe estar la solidaridad, “no tenemos que perder la humanidad, es lo único que nos queda en estas situaciones”.
En solo tres días se hizo una campaña que permitió recolectar insumos médicos para realizar curaciones a los animales y también colirios que fueron donados en los cuarteles de bomberos. Todo fue producto de una suma de voluntades. “Sin la gente que dio una mano nosotros no hubiéramos podido hacer nada. Nosotros fuimos solo un medio. Hicimos lo mejor que pudimos, no queríamos quedarnos sin hacer nada cuando los animales nos necesitaban”, dijo Verónica. Cerca de fin de octubre regresarán a las zonas afectadas a visitar a los animales que curaron y ver cuál es su estado.
Posiblemente vuelvan a apelar a la solidaridad de los y las riocuartenses para juntar alimento, idealmente, pellet de alfalfa que es apto para todas las especies. “Ahora hay donaciones y sigue habiendo movimiento, pero queremos ver como evoluciona en estos días y juntar fuerza para volver”, concluyó.
Fotos: Gentileza Verónica Nuesch