El Pontífice volvió a presidir la celebración navideña tres décadas después y, en su bendición al mundo, puso el foco en los conflictos armados y el sufrimiento de los pueblos más vulnerables.
El papa León XIV celebró este 25 de diciembre su primera Navidad como jefe de la Iglesia Católica con un fuerte gesto simbólico y pastoral: volvió a presidir la Misa de Navidad en el Vaticano, algo que no ocurría desde 1994, y pronunció la tradicional bendición Urbi et Orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. Bajo la lluvia y ante miles de fieles, el Pontífice combinó el mensaje litúrgico con un llamado de alcance global marcado por la preocupación por los conflictos armados y las crisis humanitarias.
En su mensaje, Robert Prevost dedicó un pasaje central a la situación en Gaza, al describir a una población que “ya no tiene nada y lo ha perdido todo”, y recordó las condiciones extremas en las que viven miles de personas expuestas al frío, el viento y las lluvias. El Papa también evocó los escenarios de guerra y violencia en Ucrania, Medio Oriente, África y Asia, además de hacer referencia a la situación de los migrantes y refugiados que huyen de sus países en busca de un futuro mejor.
La jornada había comenzado con la Misa de Navidad, presidida por el propio León XIV, retomando una tradición interrumpida durante tres décadas. Según especialistas en historia del papado, el gesto refuerza la dimensión pastoral del Pontífice y su cercanía con la práctica cotidiana de sacerdotes y obispos en todo el mundo, además de subrayar el valor simbólico de la presencia física del Papa en las grandes celebraciones litúrgicas.
En la homilía, León XIV volvió a aludir al sufrimiento de Gaza a partir de la imagen del nacimiento de Jesús, al señalar que Dios “plantó su frágil tienda entre nosotros”, y presentó al Niño Jesús como una figura de esperanza frente a la violencia, la opresión y una economía que, según advirtió, tiende a tratar a las personas como mercancía.
La Navidad de este año estuvo atravesada también por cambios en la celebración de la Misa del Gallo, que volvió a realizarse a las 22 horas, recuperando una modalidad histórica. En la noche del 24, antes de ingresar a la Basílica, el Papa salió a saludar a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, a quienes agradeció por permanecer bajo la lluvia para acompañar su primera Navidad como Pontífice, en una jornada cargada de gestos, símbolos y mensajes de alcance global.


