Este martes, la Universidad Nacional de Río Cuarto conmemoró el «Día de la Memoria, la Reflexión y la Vida». Fue mediante un acto frente a la vieja Planta Piloto de Ingeniería para reflexionar a partir del siniestro del 5 de diciembre de 2007 en el que perdieron la vida los docentes Gladys Baralla, Damián Cardarelli, Liliana Giacomelli, Miguel Mattea y Carlos Ravera, y el estudiante Juan Politano.

La actividad, promovida por la Asociación Gremial Docente de la UNRC, contó con la presencia de autoridades rectorales, de facultades, familiares y amigos de los fallecidos. Comenzó a las 10.13 y se extendió hasta las 10.58, instantes previos al inicio de la misa que, en el anfiteatro 1 del pabellón 2, ofició el sacerdote Carlos Juncos. Hicieron uso de la palabra Adriana Moyetta, Elena Berruti y Ernesto Cerdá por la AGD; Mariano Politano, hermano de Juan; Cecilia Allione, amiga suya, y Lautaro Zabala Defagot, estudiante de Ingeniería.

Las voces confluyeron en el “nunca más” a las muertes en lugares de estudio y de trabajo, así como en la imperiosa necesidad de invertir en educación pública a fin evitar que vuelvan a acaecer sucesos como los de aquel miércoles de 2007 en que el sol del campus se nubló con humo y fuego. El aporte artístico estuvo a cargo de Walter y Nahuel Cisneros, músicos del Departamento de Arte de la UNRC.

«No los olvidamos»

Al cabo de la bendición del padre Juncos, Moyetta y Berruti revisaron el 2023 durante el cual “fuimos varias veces a las urnas” para elegir autoridades rectorales, gremiales, y de los poderes ejecutivos provincial y nacional. Moyetta puntualizó que la Argentina afronta “una encrucijada” por cuanto se apresta a asumir el domingo 10 “un gobierno de ultraderecha”. Agregó que la AGD está preocupada por cuanto, en función de lo anunciado, el ministerio de Educación quedaría absorbido como una secretaría dentro del de Capital Humano. Otra de las críticas fue “al negacionismo del terrorismo de Estado”.

Berruti indicó que lo dicho no conlleva alejarse del “acto de cada 5 de diciembre”. Al cabo, las condiciones de trabajo en una universidad, una escuela u otros ámbitos están atravesadas por políticas de Estado.  “Nuestras compañeras y compañeros que murieron  estaban en sus puestos de trabajo”, afirmó. Ratificó que es “un llamado inclaudicable” el que se formula en pos del “cuidado de docentes, nodocentes y estudiantes”. Frente a miradas economicistas, se mantiene en lo alto la bandera de “la vida misma” como “primer aspecto a considerar”. La “seguridad en las condiciones laborales” ha de constituir un contexto cotidiano donde también haya “laboriosidad, solidaridad, alegría, buen trato”, lejos de “una rutina mecanizada centrada en la productividad cueste lo que cueste”. Con este enfoque, llamó a autoridades “rectorales, decanales, gremiales, de los cuatro claustros” a estar atentos “ante el peligro de que se cancelen derechos conseguidos por la lucha”.

La docente recordó a los seis muertos: “No los olvidamos, no nos olvidamos, no más muerte en el lugar de trabajo”, reclamó previo a leer un mensaje de la viuda de Damián Cardarelli. Fabiana San Martín, quien por motivos laborales no pudo estar en el campus, manifestó que la tragedia generó “huellas imborrables” y auguró que “no los olvidamos” represente que nunca más haya que lamentar siniestros como el del 5 de diciembre de 2007.

Ernesto Cerdá, secretario adjunto de la AGD, pidió que “memoria, verdad y justicia” entrañen la existencia de “condiciones de trabajo y estudio” que no conduzcan a muerte, lesiones u otros padecimientos evitables. Estimó que “el rol del Estado es fundamental”, que es menester que cada día se acorte la brecha entre lo que se dice y lo que se hace en materia de derechos humanos, y que así no haya más casos como los de “Miguel, Carlos, Fabián, Gladys, Liliana y Juan”, quienes “murieron injustamente”.

Por otra parte, el profesor Cerdá aseveró que “contar lo que pasó es un modo de no olvidar” a los que, cuando los atrapó el fuego, “estudiaban, transferían, innovaban”.

Pasado y futuro

Lautaro Zabala Defagot, estudiante de Ingeniería Electricista e integrante de la Federación Universitaria de Río Cuarto, sostuvo que la tragedia signó no solo a “la facultad, la universidad, sino al país entero”. En efecto, diarios de circulación nacional del jueves 6 de diciembre de 2007 encabezaron sus tapas con lo acontecido en el campus. Desde sus 22 años, rindió un “homenaje a Juan” mediante la poesía, que lo llevó a decir que “la tragedia se desató y una vida se apagó”. Su cálida semblanza fue para “Juan Politano, joven estudiante, toda la vida por delante”.

Asimismo, sumó su voz para que el ámbito de estudio y de trabajo sea “un lugar mucho más seguro, donde la vida sea resguardada” y ya no ocurra otro “trágico accidente”.

Previo a las alocuciones de Cecilia Allione, amiga de Juan, y Mariano Politano, su hermano, decenas de personas pasaron a dejar claveles en la puerta de acceso este de la Planta Piloto.

Allione, quebrada su voz en varios momentos, compartió sensaciones encontradas respecto de la Universidad Nacional de Río Cuarto. Fue la casa de altos estudios que le dio sustento a su familia, como que aquí su padre “trabajó 45 años y se jubiló”. Claro que también fue el lugar donde falleció su amigo. Que le disparó el “pánico cada vez que sonaba una sirena” a posteriori de las explosiones. El que le llevó “las palpitaciones a mil cada vez que veníamos” una vez que la muerte se hubo enseñoreado. “Los descuidaron, te descuidaron; estabas estudiando, los demás laburando”.

La joven destinó elogios a la familia de Politano, indefectiblemente dispuesta a dar entrevistas, ejemplo de resiliencia; roble del cual era esperable la “manera heroica” de partir que tuvo Juan. “Te extrañamos en la falta que nos hacés y nos vas a hacer siempre”, sostuvo.

Mariano, uno de los hermanos de Juan, manifestó la necesidad de “poner en valor este lugar” y preguntó: “¿No les parece mucho no hacer nada en este edificio? Al menos, destinar un lugarcito con algo, alguna foto, para que los estudiantes que vengan sepan qué paso”. Expresó que en dieciséis años “pasaron tres generaciones” de alumnos que ignoran lo acaecido y a quienes, “para cuidarlos hay que hacerles saber”.  “Esta causa no la tenemos que perder. Esto no puede volver a ocurrir”, añadió.

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