Esta vez, los flamantes profesionales fueron 81, con este detalle por facultades: 18 de Agronomía y Veterinaria, 7 de Ciencias Económicas, 23 de Ciencias Exactas, 28 de Ciencias Humanas y 5 de Ingeniería.
Este viernes se concretó la última colación del año de la Universidad Nacional de Río Cuarto, que a lo largo de 2024 entregó 992 títulos de grado y posgrado. El acto contó con los discursos de la rectora de la UNRC, Marisa Rovera, por las autoridades, y Valentina Conti, licenciada en Ciencias Biológicas, por los graduados. Pusieron de relevancia el rol transformador de la educación pública y de la lucha para conseguir sueños. Como de costumbre, la ceremonia tuvo lugar en el Aula Mayor y fue transmitida vía streaming por UniRío TV.
Tal cual sucede desde su implementación en 2016, hubo entre los noveles profesionales quieren lo lograron gracias al proyecto Potenciar la Graduación, el cual se orienta a estudiantes que por algún motivo dejaron su carrera a 30 por ciento o menos de su finalización.
Con la rectora compartieron el estrado la vicerrectora, Nora Bianconi; el secretario académico, Pablo Pizzi; el secretario general, Jorge Miguel; los decanos de Agronomía y Veterinaria, Rosendo Liboa; de Ciencias Económicas, Guillermo Mana, y de Ciencias Humanas, Cristian Santos, y los vicedecanos de Ingeniería, Sebastián Robledo, y de Ciencias Exactas, Cintia Paisio.
El pianista Franco Berrotarán hizo su aporte artístico previo a la entrega de los diplomas, minutos después del juramento profesional, a cuyo cargo estuvo la rectora.
Gratitud y crecimiento
La primera de las alocuciones estuvo a cargo de la graduada Valentina Conti. “El 17 de mayo me recibí de bióloga y aún no tengo claro qué quiero hacer”, dijo, en contraste con la certeza que tiene de que haber elegido una carrera en la Universidad Nacional de Río Cuarto significó “cambiar la vida para siempre”, “subir peldaños en la escalera de la vida”, prepararse para “nuevos desafíos” con una “mochila repleta de experiencia y herramientas para confiar en nosotros mismos”.
La licenciada en Biología expresó que en los años de cursado “estuvimos preparándonos para vivir de lo que amamos” y “nos convertimos en mejores personas” merced al pensamiento crítico, que ayuda a advertir que a menudo lo que se siente como “verdad” es “un punto de vista”. “La universidad se convirtió en la segunda y, por qué no, la primera casa de muchos” y “nos enseñó más que física y química y lengua y literatura”, añadió.
“Nos dio amistades para toda la vida” así como a “profesores apasionados, exigentes, empáticos que nos enseñaron mucho más allá de la currícula”. Conti estimó que en el camino “también nos mostró los obstáculos más grandes” y reparar en “nuestras fortalezas nuestras y debilidades”.
“Crecimos, cuánto que crecimos”, enfatizó. “Conocimos personas de otras partes del país y el mundo”, indicó antes de agregar: “Somos unos verdaderos afortunados”, por lo cual lo que sigue es “el deber y el placer de retribuir a la sociedad un poco de lo mucho que nos dio”.
La joven afirmó que en el campus se sintió “con total libertad de expresarme, debatir y proponer” y agradeció “de todo corazón” no solo a la institución, también a la familia, “sostén incansable que siempre estuvo ahí para que no bajáramos los brazos”. Y auguró que el ejercicio profesional encuentre a todos embanderados con buenos valores, “que es lo que más importa”.
Transformación incesante
“Los procesos formativos fueron la parte esencial de vuestras vidas, un recorrido que los formó como profesionales y al mismo tiempo en valores y principios democráticos”, les dijo la rectora de la UNRC, Marisa Rovera, a los graduados.
“No quiero construir un discurso idealizado de la educación, pero estoy convencida de que la educación es transformación individual y colectiva”, agregó antes de traer al presente a “un filósofo que decía ‘no se trata de interpretar al mundo, sino de transformarlo’; en esta frase no sólo hay una apelación a la acción, sino también a la necesidad de desarrollar teoría y pensamiento crítico”, puntualizó.
“Acá aprendimos –continuó- a forjar una mirada del mundo, a cuestionar decisiones y posiciones que van en desmedro de derechos conquistados, aprendimos a interpelar nuestras prácticas y sentidos, aprendimos que lo personal es social y es político, aprendimos a preguntarlo todo y a construir respuestas que nos permiten explicar aquello que se nos presentaba como verdad absoluta, como natural y como inalterable”.
“Estamos cerrando un ciclo académico y a la vez imaginando el inicio del 2025 con un nuevo ingreso porque de eso se trata la vida universitaria, un compromiso que no se detiene, que no tiene fin”, indicó antes de resaltar que el que está por concluir ha sido “un año muy difícil, que nos planteó enormes desafíos como sistema universitario público; se ha intentado menoscabar la confianza que la mayor parte de la sociedad tiene sobre nuestras universidades; sin embargo, con el compromiso de toda la comunidad, hemos logrado avances importantes que reafirman el valor de la educación pública, con la formación de profesionales calificados capaces de generar conocimiento innovador para el progreso económico y social de nuestro país”, dijo Rovera.
Destacó la rectora que “más allá de los datos cuantitativos, de la magnitud del sistema universitario argentino en relación a la cantidad de instituciones, trabajadores docentes y nodocentes, estudiantes y egresados, lo sustantivo es el significado y el alcance social del sistema universitario público argentino, proceso vital para la transformación de la vida de las personas. La educación superior genera beneficios individuales, pero también, y fundamentalmente, beneficios sociales que no se reducen a un análisis económico y tienen que ver con la construcción de un pensamiento crítico y diverso, con la cultura y la identidad de los argentinos. El sistema universitario tiene los atributos y la vocación de resolver los problemas del país; el principal capital que tenemos, más allá de las aulas, los laboratorios, el equipamiento y los recursos financieros, es el capital humano. Como egresados, tenemos la responsabilidad de comprometernos con la educación pública, gratuita y de calidad, con una universidad abierta y que trasciende las fronteras”.
En otro tramo de su discurso, Rovera valoró la importancia de producir conocimiento: “La investigación permite mejorar la enseñanza en las universidades, contribuye a la formación y actualización docente, posibilita el perfeccionamiento profesional, nutre los contenidos curriculares del grado y del posgrado, permite la formación de investigadores y el desarrollo científico. Esta articulación entre investigación y enseñanza imprime un rasgo distintivo a la universidad que la distingue de otros centros de formación y/o de investigación. Pero además, la producción de conocimientos en la universidad es transferida, para dialogar con otros saberes. La transferencia de los conocimientos producidos por la universidad, en sus contextos de uso o aplicación, es fundamental. Hacer ciencia es generar herramientas que nos permitan crecer como país, que nos permitan comprender la realidad que nos toca vivir. Ciencia es autonomía para decidir racionalmente las vías de desarrollo nacional y regional, así como el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos. Es mejorar los procesos educativos, productivos, es resolver problemas cotidianos, es cuidar la salud, la sustentabilidad y el empleo calificado. La ciencia contribuye a la solución de problemas vinculados con la contaminación ambiental o al cambio climático. Es, a su vez, una de las formas más visibles de la cooperación internacional: un espacio de intercambio permanente y fecundo, tanto de proyectos como de personas”.
La rectora señaló: “La ciencia no es un lujo, es un proceso que requiere de recursos humanos altamente calificados, creatividad, tiempo, condiciones de trabajo estables y acompañamiento para que sus productos se transfieran al medio socio productivo. La investigación y el desarrollo necesitan de una inversión pública sostenida, que destine los recursos que los argentinos aportamos con nuestros impuestos para transformarlos en un beneficio directo, no solo para nuestro país, sino para todo el mundo. Invertir en ciencia, tecnología e innovación es fundamental para desarrollar una economía más orientada hacia el conocimiento. Así lo entienden los países más desarrollados, que invierten en ciencia y tecnología entre seis y diez veces más que nuestro país, expresada esta inversión como porcentaje del Producto Bruto Interno (PBI). Además, la investigación representa un papel central y esencial sobre el que se cimienta la calidad educativa de nuestro sistema universitario, algo que es reconocido y destacado en todo el mundo”.
“De cara al futuro, tenemos que potenciar el involucramiento de la universidad en la producción, el trabajo, la agenda social, el protagonismo territorial, la transformación de la sociedad. Frente a estos desafíos, ustedes, los egresados son un eslabón muy importante porque la universidad la construimos todos y de manera multidireccional”, aseguró.
Seguidamente detalló que “a través de la vinculación con el medio no sólo se enriquece la sociedad, sino también la universidad puesto que encuentra allí permanentes actualizaciones para transformar las prácticas de enseñanza y la investigación. Los graduados juegan un rol fundamental como parte activa de la comunidad universitaria que moviliza el vínculo entre el adentro y el afuera, y es precisamente en la calidad de ese vínculo y en lo que en torno a él pueda construirse donde se juega también la posibilidad de mayores logros para la institución y para los sectores sociales en los cuales se insertan como profesionales”.
Antes de desear felices fiestas en la 306ª colación de la UNRC, la rectora instó a los egresados a sortear los peligros del cortoplacismo y les recordó que “la Universidad Nacional de Río Cuarto fue, es y seguirá siendo vuestra casa”.