Con signos de recesión, una industria estancada, la construcción paralizada y un agro con matices, el panorama económico previo a las urnas refleja el costo del ajuste y la falta de señales de reactivación.
A días de las elecciones legislativas, la economía argentina muestra signos claros de estancamiento. Según el INDEC, el nivel de actividad cayó 0,1% en julio, y las estimaciones privadas proyectan una contracción cercana al 2% en el tercer trimestre. Para los economistas, el país enfrenta una recesión con pocos sectores en crecimiento.
“El nivel de actividad es el mismo que en 2022. No hay impulso ni inversión”, señaló Fausto Spotorno, del Centro de Estudios Orlando Ferreres, quien remarcó que solo minería, petróleo, gas y agro muestran avances. En cambio, la industria y la construcción permanecen paralizadas.
El agro exhibe un panorama mixto: récord histórico de producción lechera y una campaña de siembra que apunta a 37,8 millones de hectáreas, pero con retrocesos en carnes, vino y maquinaria agrícola.
La industria es el sector más golpeado. La consultora Vectorial advirtió que “no existe ningún indicador positivo” y que el uso de la capacidad instalada cayó a niveles similares a los de la pandemia. Las altas tasas de interés y la apreciación del peso agravan el cuadro.
En tanto, la construcción se recupera lentamente y sigue afectada por los altos costos y la sobreoferta de inmuebles. El comercio minorista también muestra caída: las ventas pymes bajaron 4,2% interanual en septiembre.
Con un consumo retraído y sin señales firmes de reactivación, la economía real llega a las urnas más débil de lo que esperaba el Gobierno al inicio del año.