La última edición del reality show se convirtió en el contenido más visto por los argentinos
El programa conducido por Santiago del Moro nació en el año 1999 en Países Bajos y fue creado por John de Mol. El nombre del reality hace referencia a la novela de George Orwell “1984”.
Gran Hermano consta de grupo de desconocidos elegidos estratégicamente para convivir por cuatro meses las 24 horas del día. Por ende, la cantidad de tiempo en convivencia es un total de 2.880 horas y 120 días. Pero no conviven en cualquier lugar, sino en “la casa más famosa del mundo”, como dice del Moro.
La casa cuenta con más de 53 cámaras y una decena de micrófonos que capturan imagen y sonido de todo lo que sucede dentro de la casa. Conversaciones, comportamientos, movimientos, y hasta los pensamientos de los “hermanitos” son expuestos. Pero, ¿por qué tiene tanto éxito un programa cuya trama es la convivencia de gente desconocida?

El 1 de enero, la producción publicó un video en la red social de Tik Tok, donde se explica todo el trabajo que hace posible el programa (y garantiza el éxito del mismo). “El control de GH es el centro neurálgico… Hay directores, operadores de robótica, guionistas, sonidistas. 24/7, con turnos de 8 horas”.
La convivencia no es más que un motor de nuevas situaciones, conflictos, vínculos. Hay que generar contenido. Hay que contar una nueva historia cada día. Hay que entretener a ese televidente que, noche tras noche, ve un nuevo episodio del reality. O, mejor dicho, un nuevo resumen, porque el reallity se puede seguir a toda hora a través de la aplicación gratuita Pluto TV.
“Se recibe material y se evalúa con un director de contenido para ver qué historia se cuenta ese día”, expresó el equipo del detrás de escena de GH.
El amor odio de Alfa y Ariel. El amor imposible de Marcos con Julieta. Las conversaciones con las cámaras de Agustín “Frodo”. La venganza de Daniela. Todos los estas historias son producto de un montaje realizado por los editores de Gran Hermano. La presentación de lo atractivo, lo entretenido, lo atrapante.
Macho Alfa
Walter “Alfa”, es jugador con más edad. Hasta unas semanas, se decía que era uno de los participantes más fuertes. Generó una cierta empatía con los televidentes argentinos. El señor dice lo que piensa, sin tapujos. Pero hay una confusión de lo que es un acto de sinceridad con lo que es un “ataque verbal” hacia el otro. Igualmente, eso no parece importarle a la gente.
No obstante, sus dichos han sido objeto de polémica. En Twitter hay decenas de “hilos” desde el inicio del programa que muestran sus constantes falta de respeto y sus dichos homofóbicos y machistas. Fue tendencia el pedido de voto para que abandone la casa “Alfa al 9009”. Pero las personas eligen que el jugador siga ahí. ¿Será que la sociedad argentina es homofóbica y machista?

El juego
La convivencia es una parte del total de juego. Las siguientes constan en nominaciones y desafíos. La primera hace referencia a la elección de cada participante, donde el mismo tendrá que votar a dos “hermanitos” para dejarlos en placa. Esto significa brindar posibilidades para que el nominado/a se vaya de la casa, y, por lo tanto, pierda el juego.
Los desafíos son dos, pero ambos tienen que ver con la puesta en prueba de las habilidades físicas y cognitivas del participante. El primero es individual y tiene como fin poner a prueba al participante para lograr el “liderazgo”. Lo que significa ganar la inmunidad para no ser nominado. También otro beneficio de ser líder es el de sacar de la placa a un compañero.
El segundo desafío es colectivo. La puesta en prueba es para lograr el total del “presupuesto semanal”, en el cual se obtendrán más alimentos para subsistir. Si éste se pierde, el presupuesto obtenido será la mitad del total. Por ende, esto causa más precaución y cuidado a la hora de racionar sus porciones.
En el último programa se definirán el ganador de Gran Hermano. El cual será premiado con 15 millones de pesos y otras sorpresas.
La sociedad, una jueza dictatorial
La gente es quién establece el “voto negativo”, es decir, la elección de quien quiere que se vaya de la casa. La última jueza. La que consume todo el contenido que le sirve la producción para digerirlo según sus “preferencias”. En fin, la sociedad quiere distraerse.