La derrota del oficialismo en Buenos Aires y la volatilidad del mercado profundizaron la cautela en la toma de decisiones. El consumo sigue débil, la industria acumula caídas y crece la preocupación por la llegada de importaciones.

Tras el revés electoral en la Provincia de Buenos Aires, el clima entre los empresarios es de expectativa contenida. La cautela domina la agenda de decisiones, con inversiones y planes de crecimiento supeditados a lo que ocurra en las elecciones de octubre.

En 2024 predominaba la ilusión de una recuperación más clara, pero en 2025 la prudencia se impone. “Las expectativas bajaron mucho desde mediados de 2024 en adelante”, reconocen desde el sector industrial, que observa cómo el consumo no repunta y la producción pierde dinamismo.

La Unión Industrial Argentina advierte que en sus reuniones “aumenta el nerviosismo”, con sectores que antes no reclamaban y ahora lo hacen. La presión se siente en ramas como indumentaria, calzado, metalurgia y mobiliario. Incluso marcas tradicionales optan por producir con menor calidad para reducir costos.

En el consumo masivo, los datos de COPAL muestran que las ventas de alimentos y bebidas crecieron 4,1% interanual en el primer semestre, pero se mantienen en niveles históricamente bajos. La mejora en alimentos contrasta con la caída en bebidas, donde algunas empresas reportan desplomes de hasta 25% en ventas.

La apertura a las importaciones acelera la reconversión del entramado productivo y pone en alerta a fábricas que enfrentan caída en ventas y menor competitividad frente a productos extranjeros.

En paralelo, la economía pierde impulso. Haroldo Montagu, economista jefe de Vectorial, advirtió que el 6,2% de crecimiento del primer semestre respondió más a un rebote estadístico que a un avance genuino. Para el segundo semestre proyecta tasas cercanas al 3% anual, con riesgo de recesión técnica.

La recaudación también encendió alarmas: en agosto cayó 2,6% en términos reales, el peor resultado en nueve años. A esto se suma el aumento de cheques rechazados y mayores tensiones en la cadena de pagos por el apretón monetario.

De cara al futuro inmediato, Montagu plantea que “probablemente el resultado de las elecciones de medio término implique la necesidad de un reseteo casi completo del programa económico”.

En paralelo, el Gobierno mantiene en agenda la reforma laboral, considerada clave por el Consejo de Mayo, que confía en que un triunfo legislativo en octubre le permitirá abrir el debate. Los grandes empresarios la ven con expectativa, pero advierten que el proceso podría reavivar conflictos sociales.

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