El histórico colegio riocuartense cumple el sueño de la casa propia tras varios años de esfuerzo. El contexto no es menor: inaugura sus nuevas instalaciones junto con la tan ansiada vuelta a la presencialidad. Sensaciones de un día histórico para la comunidad educativa local.

En el año 2008, las autoridades del Colegio Santa Eufrasia lograron dar un paso importante para su historia: con mucho esfuerzo y acompañamiento, lograron adquirir un terreno en Dinkeldein al 100, lugar en el que comenzaron a proyectar un sueño que hoy se vuelve realidad.

Catorce años de esfuerzo, cruzados por frenos económicos y últimamente de la pandemia, pero con el apoyo necesario para conseguir lo que hoy se vive en el nuevo edificio, justo el día en el que la presencialidad vuelve a las aulas desde aquel marzo de 2020 cuando el Covid-19 pareció frenar el tiempo.

CbaHoy dialogó con Gabriela Comugnaro, directora de la institución, e Ivana Guercinich, directora del nivel inicial; quienes a cada palabra reflejaban la emoción del momento que hoy les toca vivir.

“Son dos alegrías, poder volver a la presencialidad absoluta después de tiempos tan difíciles para los estudiantes y en los que la escuela no pudo trabajar en lo vincular. Pero también, que a la comunidad educativa podamos abrirle las puertas de nuestra casa es realmente un sueño”, expresa Comugnaro.

De vuelta en las aulas, los estudiantes celebran la inauguración del nuevo edificio.

Con el comienzo oficial del ciclo lectivo, el renovado Santa Eufrasia ya puso en funcionamiento las aulas convencionales del nivel inicial y medio, a la espera de finalizar con las aulas taller, cuyo plazo depende del tiempo y la economía.

“Creemos que en 2023 tendremos el edificio funcionando a tope», afirma la directora de la institución, quien no para de destacar que el proceso pudo acelerarse gracias a los esfuerzos dedicados por integrantes del proyecto durante el periodo de vacaciones, esta instancia ya se celebra como un objetivo cumplido.

“Ha sido todo un trabajo de la comunidad educativa estar acá. Todavía estamos terminando con algunos sectores, pero es una emoción muy grande ver a los chicos en las aulas del nuevo edificio”, compartía Ivana Guernicich sobre el día en el que las aulas recuperaron sus colores y sonidos.

“Cada año es especial, pero este mucho más”, añade la docente.

Volver a latir

Sin la presencialidad, ningún sueño se iba a terminar de cumplir. El combustible de aquello que comenzó en 2008 estuvo siempre en los y las estudiantes. Es por eso que este miércoles marca también el inicio de un proceso de adaptación y apropiación que solo podía lograrse con los estudiantes en las aulas.

“Nuestros estudiantes hacen latir el lugar, tal como lo hicieron con el otro edificio que tenía muchísimos inconvenientes. El desafío es que hagan latir el corazón de estas paredes, un lugar que incluye a todos y que deja condiciones”, se propone Comugnaro sobre esta nueva etapa.

Cabe recordar que el anterior edificio del Santa Eufrasia funcionaba sobre un convento de monjas que luego fue adaptado hasta convertirse en una institución educativa de nivel. La diferencia del presente es que el edificio fue pensado exclusivamente para educar en los tiempos modernos y recibir a los más de 1700 alumnos que aloja en sus tres niveles.

Hoy por la tarde, a las 19 hs, el nuevo Santa Eufrasia recibirá a toda la comunidad en una celebración que quedará guardada en la memoria de todos.

“Es una fiesta, es festejar con compañeros y compañeras que ya no están ejerciendo la docencia, pero que en su momento pusieron su aporte para lograr esto. Tenemos una comunidad educativa ampliada, de gente que nos da su aporte cada uno desde su lugar”, comenta Gabriela Comugnaro sobre el momento que vivirán durante la inauguración de esta tarde.

La historia del Santa Eufrasia reinicia sin borrar el paso de los hombres y mujeres, los antes niños y niñas que dejaron su huella en el lugar. Es en este momento tan especial cuando la terrible pandemia parece salirse de la mochila con la que cargaban docentes, autoridades y estudiantes; convirtiendo al edificio en un testimonio de los esfuerzos denodados y su resultado.

En este sentido, la directora de la institución encuentra las palabras justas para destacar lo mejor de estos años y el paso cumplido: “Los sueños cuando son colectivos son posibles. Cuando todo un grupo humano trabaja por un mismo objetivo, todo puede cumplirse”.

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