El documental relata la historia de Lu y la lucha de su familia para acompañarlo desde el respeto a la identidad de género. Las realizadoras, Julieta Orlando y Zoe Parramon, dialogaron sobre el proceso de rodaje y edición del documental.

Toda producción audiovisual tiene un detrás de escena. Generalmente se ubican en ese lugar las y los directores, camarógrafos, sonidistas y los equipos técnicos. Y del otro lado, en la escena, se encuentran los y las protagonistas. Sin embargo, hay esquemas que pueden romperse. 

“Lu quería saber cómo se manejaba la cámara, cómo se escuchaban los micrófonos o como se manejaba el trípode. Y es obvio porque es su historia. Hubo una fusión interesante porque no había un delante y un detrás de escena, sino que un poco era todo el detrás de escena”, cuenta Julieta Orlando, directora del documental “Lu, un documental en transición”.

El documental se estrenó el 4 de septiembre en el Centro Cultural Leonardo Favio, en el marco de la IX Muestra de Cine Independiente. Retrata la historia de Lu, de una infancia libre y feliz, y el acompañamiento de su familia para que esa infancia sea respetada. A pesar de que la Ley de Identidad de Género está reglamentada hace 12 años, el contexto social actual vuelve a negar las identidades. En esta circunstancia, Lu demuestra que nada es tan complicado cuando una familia te acompaña.

“Hay un fuerte componente familiar, trata de ese acompañamiento de la familia a una infancia libre. No trata de una historia de género y no busca revictimizar, sino que habla de la historia de Lu y su familia”, sintetiza Orlando la trama del documental. 

Lu junto a sus papás, Karina y Diego. Foto: Lourdes Amaya.

En 2014 Julieta basó su tesis de grado en un documental sobre transodio. Las historias de las 5 mujeres trans que entrevistó tenían un denominador común: la percepción de su identidad se dio en su infancia. La historia de Lu, quién es vecino de Julieta desde su niñez, se cruzó en su camino cuando hace dos años inició la Diplomatura en Cine Documental en la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC).

“Ellos son vecinos míos, Karina (mamá de Lu) conocía del trabajo que había hecho con ese documental sobre transodio y cuando Lu le empieza a manifestar su identidad de género ella buscaba espacios donde crear herramientas y acompañarlo. Así se empieza a gestar la idea”, relata Julieta. 

Un rodaje familiar

El proceso llevó un año y medio. Orlando afirma que combinó disfrute y una reflexión profunda. En el rodaje, en el cual participó gran parte de la familia de Lu, se fueron dando situaciones que marcaron el ritmo del documental. El ritmo de Lu fue el que guio la grabación y que finalmente se vio reflejado en la edición. 

“Se planteaban situaciones muy graciosas, Lu es un show e hizo que se me quemaran los libros. Yo iba con algunas guías o ejes y el de pronto quería hacer un ping-pong con sus propias preguntas. Entonces marcó un ritmo que capaz no era el que teníamos en la cabeza, pero que nos gustó”, dice Julieta sobre el proceso que tuvo todos los condimentos: risas, llantos, comida y hasta el robo de la computadora en donde había una primera edición del documental.

Si bien es una producción independiente, la directora afirma que fue una gran apuesta en la que muchas personas se sumaron a colaborar de forma desinteresada. Mayra Flores, Zoe Parramón y Jeremías Gutierrez acompañaron, desde diferentes roles, la producción y postproducción. Sin embargo, son muchas las personas que aportaron a la realización de – como Lu denomina el documental- “la película” de Lu.

“Me comentaron sobre el proyecto y desde el principio, más allá de no haber trabajado nunca con ellas, me parecía que era importante hacerlo”, dice Zoe Parramón, quien se unió en el segundo día de rodaje y se encargó del registro sonoro. “Fue un gran desafío desde lo técnico y sonoro, pero se formó un equipo que se complementó mucho”, agregó.

Las cámaras y micrófonos fueron testigos de la historia de Lu. Mientras se grababa una entrevista había un contexto en el cuál participaban Lu y el resto de su familia. Con la intención de no perderlos, esos momentos fueron registrados en paralelo.

Fueron 5 las jornadas de rodaje del documental. Foto: Lourdes Amaya

“No se quería hacer un registro clásico y poner solamente a una persona frente a la cámara. Así que era estar atentas a todo lo que pasaba al mismo tiempo, y un desafío de intentar registrarlo estando ahí sin que se notara nuestra presencia para que las cosas que se mostraran fueran naturales”, cuenta Parramón. El documental solo utiliza música del género que a Lu le gusta escuchar y el resto se trató de recuperar las diversas conversaciones, voces de los protagonistas y el sonido ambiente de los diferentes lugares del rodaje. 

Las jornadas de grabación fueron cinco, mientras que las de edición fueron algunas más. Se extendían en largas madrugadas en las que Julieta, con Zoe y Mayra, hilvanaron cada escena para contar una historia en transición. “Tiene una perspectiva que te permite seguir contando la historia más adelante. No es que se termina ahí, sino que al ser la historia de un niño, que capaz en dos años es totalmente diferente, el documental también está en transición, expresó Orlando sobre la intención de no contar una historia cerrada. Y destacó que la edición no hubiera sido la misma sin los aportes de Claudio Rosa, Marcos Altamirano y Claudio Asaad, quienes son docentes de la UNRC.

CBAHOY: ¿A qué se debe el nombre (“Lu, un documental en transición”)?

J.O.: El nombre tiene que ver con no contar una historia cerrada y con la transición que fue pasando el documental en este año y medio. A “Lu” lo agregamos después porque cuando veíamos el rodaje era todo ‘Lu veni’, ‘Lu esto’ y ‘Lu aquello’, así que al repetirse tanto tenía que estar.

Julieta y Zoe comentaron que del documental salieron transformadas desde lo personal. Citando a la realizadora audiovisual oriunda de Mendoza, Karina “Turka” Sama, la directora dijo “Si como realizador el documental no te conmueve y salís igual es porque algo está fallando. Nadie puede y debe salir indemne de una realización audiovisual

Por su parte, la técnica en sonido aseguró que “ver el acompañamiento de la familia, y entender que es un proceso familiar es lo que me llevo. Fue muy significativo el modo en que la familia nos abrió las puertas en todo momento. Además la claridad de una infancia en donde uno es quien es sin dar explicaciones”

Mayra, Julieta y Zoe durante una jornada de rodaje. Foto: Lourdes Amaya

Un documental “flama” 

Con un Leonardo Favio a sala llena se mostró por primera vez el documental, la historia de Lu y su familia en la pantalla grande. Para las y los realizadores fue un momento de emoción e incertidumbre, ya que la familia no había querido verlo antes.

Sentados frente a la pantalla, Orlando les había advertido que “no era un documental tradicional”. Zoe sostiene que la opinión más valiosa que querían escuchar era la de Lu. Comentaron que las devoluciones fueron positivas y que la familia se emocionó al ver resumida en 18 minutos una historia de varios años. “Está flama” fueron las palabras de Lu luego de verlo. Esa frase sigue resonando en las realizadoras quienes aseguran que el esfuerzo de más de un año valió la pena luego de escuchar esa valiosa devolución.

El detrás de cámara fue en realidad una gran escena. La fusión entre una producción y una familia con ganas de contar y transmitir una historia en transición, hicieron realidad a “Lu, un documental en transición”. El mes próximo procuran que el documental sea nuevamente presentado en el marco del mes de la diversidad.

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