El investigador de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Matías Alberto Cárdenas, creó dos herramientas innovadoras que permiten identificar y medir en miel los plaguicidas más dañinos para las abejas. El desarrollo cumple con los principios de la Química Analítica Verde.
El químico Matías Alberto Cárdenas, investigador de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), desarrolló un método rápido, económico y ecológico para detectar en muestras de miel los residuos de cuatro insecticidas neonicotinoides, considerados entre las principales causas de la muerte de las abejas.
Se trata de dos nuevas herramientas electroanalíticas capaces de identificar y cuantificar la presencia de clotianidina, dinotefuran, imidacloprid y tiametoxam, plaguicidas neurotóxicos ampliamente usados en la agricultura. Estas sustancias actúan sobre el sistema nervioso central de los insectos, provocando parálisis y muerte, y son señaladas como una de las causas del Síndrome del Colapso de las Colmenas, fenómeno que amenaza a los polinizadores en todo el mundo.
Argentina, tercer productor mundial de miel y uno de los países con mayor aplicación de agroquímicos por hectárea, enfrenta un desafío creciente para controlar los residuos de plaguicidas en los productos apícolas. En ese contexto, el aporte del investigador riocuartense ofrece una alternativa más limpia y accesible frente a las costosas técnicas cromatográficas tradicionales.
Las metodologías, presentadas en su tesis doctoral titulada “Determinación de residuos de neonicotinoides en miel: desarrollo de técnicas electroanalíticas acopladas a métodos separativos o quimiométricos”, fueron validadas bajo criterios internacionales y demostraron alta precisión, exactitud y sensibilidad.
A diferencia de los métodos convencionales, estas técnicas no requieren solventes tóxicos ni tratamientos previos de las muestras, y funcionan mediante la medición de pequeñas corrientes eléctricas, sin necesidad de equipos costosos. Cumplen con los principios de la Química Analítica Verde, que busca reducir el impacto ambiental en los procesos de análisis.
Una de las herramientas permite realizar un monitoreo ambiental rápido para detectar la presencia total de neonicotinoides en miel, mientras que la otra, combinada con herramientas quimiométricas y modelos de redes neuronales artificiales, posibilita identificar y cuantificar individualmente cada uno de los insecticidas.
Según Cárdenas, estas metodologías podrían aplicarse en el futuro para controlar rutinariamente los residuos de plaguicidas en la miel, ayudando a cumplir con los estándares internacionales, como los de la Unión Europea, que fijan un límite de 50 partes por billón (ppb).
“El objetivo es que estos desarrollos lleguen a la sociedad y puedan ser utilizados por productores y laboratorios. No es un camino fácil, requiere tiempo, estudios y una mayor inversión en ciencia y tecnología”, señaló el investigador.
Aunque las técnicas aún se encuentran en fase de desarrollo, el material científico generado ya constituye una base sólida para futuras aplicaciones y transferencias al sector productivo apícola.