Solo un cuarto de los comedores logra cubrir las necesidades básicas de quienes asisten. La malnutrición afecta gravemente a niños y niñas, mientras la demanda sigue en aumento.
La crisis social y económica en Argentina golpea con fuerza a los sectores más vulnerables, y los comedores comunitarios son un reflejo de esta realidad. Según datos del Banco de Alimentos de Córdoba, la ciudad cuenta con 1.833 establecimientos de apoyo alimentario, donde se asiste a más de 153 mil personas. Sin embargo, apenas un cuarto de estos espacios logra cubrir las necesidades básicas de sus beneficiarios, mientras que el resto se encuentra en una situación límite debido a la falta de recursos y apoyo gubernamental.
Uno de los datos más alarmantes es el estado nutricional de los niños y niñas que asisten a estos espacios. El 61% sufre malnutrición por exceso, principalmente obesidad y sobrepeso, mientras que un 20% padece malnutrición por déficit, lo que se traduce en baja talla y bajo peso. Solo el 19% mantiene un estado nutricional adecuado.
En declaraciones a FM La Ranchada, Mónica Capdevila, responsable del comedor «Abracito del Alma» de la Cooperativa San Jorge, manifestó su preocupación por la situación crítica que atraviesan: «Debido a las políticas de ajuste, los recursos escasean y la demanda ha aumentado por la falta de trabajo». Según detalló, la cantidad de personas inscriptas para recibir asistencia en el comedor aumentó un 40%, mientras que la posibilidad de brindar ayuda se redujo drásticamente. «Nuestro comedor tuvo que disminuir en un 50% los días de merienda y un 60% la entrega de comida», explicó. Además, alertó sobre la caída en la calidad alimentaria: «Cada vez entregamos menos proteínas y más carbohidratos, lo que afecta la salud de quienes dependen de nosotros».
Por su parte, Sandra Sánchez, del comedor «Caritas Lilas» de Malvinas Argentinas, señaló que deben subsistir sin apoyo del Gobierno Nacional y con escasa colaboración provincial. «Hay muchas familias que no pueden llegar a fin de mes y no tienen ni dos platos de comida en el día. Es la triste realidad que se vive en Argentina y que algunos no quieren ver», afirmó. Además, destacó que la mayoría de las familias que asisten a su comedor dependen de trabajos informales y changas, lo que las deja en una situación de extrema vulnerabilidad.
El panorama que describen quienes trabajan en estos espacios solidarios es preocupante y refleja la falta de políticas públicas efectivas para garantizar el acceso a la alimentación de miles de familias. Mientras el desempleo y la inflación siguen en aumento, la demanda de asistencia alimentaria no deja de crecer y los recursos se vuelven cada vez más escasos. «Nuestro esfuerzo es inmenso, pero solos no podemos», concluyó Capdevila, haciendo un llamado urgente para revertir esta crisis.