La hija del militante social desaparecido José Alfredo “Peco” Duarte manifestó que este 24 de marzo es especial porque pudieron volvieron a marchar, tras dos años sin poder hacerlo debido a la pandemia. Una multitud se movilizó por las calles de la ciudad.

Miles de riocuartenses se congregaron en el Buen Pastor y de ahí emprendieron la movilización por las calles de la ciudad. Organizaciones sociales, de DDHH, estudiantes, gremiales, autoridades municipales y universitarias marcharon por la memoria, la verdad y la justicia.

“Marchamos para reclamar justicia por nuestros 30 mil compañeras y compañeros desaparecidos, por todos los bebés que han sido robado y que hoy las Abuelas siguen buscando, por los exilios externos e internos, por las infancias robadas y por todo lo que nunca debió haber ocurrido”, expresó Clarisa Duarte en diálogo con CÓRDOBA HOY.

Para los familiares de desaparecidos de la última dictadura cívico militar y las distintas organizaciones de Derechos Humanos este día se vive de otra manera porque el reclamo por verdad y justicia vuelve a cobrar vida en distintas manifestaciones populares que se dan a lo largo y ancho de todo el país.

Si bien durante estos dos años de pandemia el “Nunca más” se sostuvo a través de diferentes mensajes e iniciativas como pañuelazos en las redes sociales, la posibilidad de reunirse en un abrazo y marchar es muy especial para los millones de personas que abrazan esta causa.

“Nuestro mensaje es que la memoria debe ser una construcción colectiva, que se conozca los hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado para que no vuelvan a ocurrir”, expresó Clarisa Duarte.

“Lo que nosotros buscamos es que este Nunca más se nutra de todas estas acciones colectivas para visibilizar lo que ocurrió y defender la democracia porque eso es lo que querían nuestros padres y nuestros 30 mil compañeros y compañeras desaparecidos.  Ellos querían un mundo mejor, en donde todos fuéramos libres y tuviéramos acceso al trabajo, a la educación, etc.”, relató.

Aseguró que en Río Cuarto hay un reconocimiento de lo que pasó hace 46 años producto del compromiso y la lucha de distintas organizaciones que han sabido compartir ese mensaje con la comunidad. Por tales motivos, reivindicó la movilización como forma de expresión.

Advirtió que durante un tiempo la comunidad en general no acompañaba tanto la lucha de Madres, Abuelas y familiares de desaparecidos. “Por no saber lo que había pasado mucha gente antes no nos acompañaba, pero cuando las personas conocen las atrocidades que ocurrieron o escucha el testimonio de alguien que la pasó muy mal culpa del accionar del terrorismo de Estado se compromete en mantener viva la memoria”, dijo Clarisa Duarte.

Huellas del pasado

Clarisa Duarte dijo que el concepto de desaparecido es algo que atraviesa toda su vida. “Desde que soy muy chica siempre dije que era hija de desaparecido. Mi mamá, quien sufrió un exilio interno por cómo la afectó la desaparición de mi papá, me había dicho que mi padre iba a volver y rezaba para que eso ocurriera. Yo siempre estaba con ella y la acompañaba. Esa fue la forma de mi mamá de transmitirme la idea de mantener viva la memoria por mi padre”, contó.

Durante y después de la dictadura militar, muchas fueron las estrategias utilizadas por los familiares e hijos de desaparecidos para denunciar-recordar-no olvidar la situación límite que significa tener un familiar sin saber si alguna vez regresaría.

Clarisa Duarte relató que tuvo que hacer una construcción para recordar quién era su papá, el que la dictadura le robó en su infancia. “Tuve que recuperar su identidad con fotos y entender el militante social que era. Yo ahora puedo militar y lo puedo contar y hablar, pero antes con semejante angustia no podía hacerlo. No solamente por la desaparición de mi papá sino por la enfermedad psiquiátrica de mi mamá”, contó.

Otros hijos no sólo tuvieron que aceptar la falta de sus padres desde su niñez, sino que también debieron adaptarse a cambios bruscos como los exilios, un constante recomenzar de escuelas, barrios, amigos, afectos. Las historias son muchas; los sufrimientos fueron desmenuzados, tragados, consumidos y expresados de las más diversas maneras: con silencio, con rebeldía, con desinterés, con búsquedas desesperadas. Pero, poco a poco fueron construyendo una identidad que, sobre afectos y dolores, los une y comunica con otros hijos de desaparecidos en la búsqueda de verdad y justicia. Comenzaron a militar por los Derechos Humanos.

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“Militar por los Derechos Humanos me ha salvado la vida y estoy muy contenta de que cada vez somos más”

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Duarte considera que para que esto no vuelva a ocurrir, se haga justicia y se puedan encontrar a los nietos, la lucha de la Memoria por la Verdad y la Justicia se tiene que dar en todos los ámbitos. “Por eso cuando vamos a un colegio le llevamos un video y compartimos lo que nos pasó. Hay chicos que se sienten identificados porque algunos de ellos también están siendo criados por sus abuelos. Entonces le contamos la historia de abuelas que siguen buscando a sus nietos que han sido robados y todo eso los hace pensar.  Queremos que lleven esta causa en el corazón porque son los que a futuro van a defender esta causa. Como dicen las Madres y Abuelas: estamos sembrando”.

La hija del militante social desaparecido, Alfredo “Peco” Duarte, también valoró las distintas acciones que realizan junto a los jóvenes de la ciudad, “quienes al pintar un mural preguntan quién era la persona, quien fue ese desaparecido y son ellos mismos los que transmiten eso que sucedió”.

“Para eso militamos, para generar conciencia y que estas cosas no sucedan nunca más”, concluyó Clarisa Duarte.

José Alfredo «Peco» Duarte

Peco Duarte era un muchacho comprometido con la realidad, que trabajaba en los barrios humildes, haciendo asistencia social. Un hombre alegre y agradable que militó en la Juventud Peronista.

Morocho, de pelo largo. Amante de fútbol, hincha de Talleres de Córdoba, le gustaba jugar de delantero en los picaditos con los amigos. Tenía baja estatura y se destacaban las pecas de su cara, lo cual le valió su sobrenombre “Peco”.

En la Imprenta de la UNRC, estaba a cargo del manejo de mimeógrafo -antecedente de la fotocopiadora y la duplicadora- . Salió de vacaciones en 1975 y nunca más volvió. Fue víctima del accionar de grupos de tareas de la extrema derecha que devastaron el país. Desapareció poco antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

“Era, como tantos otros trabajadores, un ciudadano comprometido con la comunidad universitaria de Río Cuarto”, dice la resolución del Consejo Superior de la UNRC, por la cual se puso su nombre al aula de mayor tamaño del campus universitario.

Había nacido el 15 de agosto de 1949 en Río Cuarto. Era hijo de una familia obrera. Su padre era mecánico en una concesionaria de Ford.

Fue secuestrado-desaparecido en Córdoba a los 26 años, el 30 de enero de 1976. Fue visto en el Campo de la Ribera antes de su asesinato. Estaba casado y su hija es Clarisa Duarte.

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