Cada 29 de octubre desde 2008 se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebro Vascular (ACV), fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de informar y concientizar a la comunidad acerca de esta enfermedad que puede ser mortal y, al mismo tiempo, prevenible.

CBAHOY dialogó con Gabriel Pauletti, especialista en Neurocirugía, quien nos explicó detalles sobre esta enfermedad: «Un ataque cerebral es causado por la súbita pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquemia) o por una hemorragia dentro del cerebro, esto puede provocar que las neuronas se debilitan y mueran. En el 80% de los casos el ACV es Isquémico. Trabajar en la prevención es fundamental para evitarlo, el estrés es un factor que incide, con lo cual, en lo posible hay que llevar una vida sana».

El profesional de la salud afirmó que es la segunda causa de muerte en Argentina y la primera en provocar discapacidad en adultos. Por eso, señaló que es fundamental llegar a un centro médico a tiempo para una mejor recuperación del paciente.

La estadística plantea que alrededor de 80 millones de personas en el mundo sufrieron un ACV y se estima que en Argentina ocurren entre 130 y 190 mil por año (aproximadamente uno cada 4 minutos).

«Cuando un paciente llega al Instituto Médico con un cuadro de ACV tenemos un código rojo. Un médico de guardia con un equipo de emergentólogos lo reciben y lo pasan a diagnóstico por imagen para determinar el tipo de ACV que padece: si es hemorrágico trabaja el neurocirujano, si es isquémico, trabaja el equipo de neurología, junto a estos trabajan los terapistas», relató el especialista.

Pauletti explicó que «según el caso, se puede colocar una medicación para revertir el ataque cerebral o realizar un procedimiento endovascular para destapar la arteria. Contamos con la aparatología adecuada que nos permite diagnosticar con exactitud pero también con un gran equipo de profesionales que manejan estos equipos».

Los síntomas que indican la posibilidad de un ataque cerebrovascular son: la pérdida de fuerzas en brazos, piernas y/o cara, de forma súbita, dificultad para hablar o comprender lo que se dice, problemas visuales en uno o ambos ojos, dificultad para caminar.

«Al principio genera estrés cuando se recibe el paciente, pero cuando logramos controlar el ACV y vemos la recuperación del mismo (en muchos casos son jóvenes) uno siente una satisfacción muy grande. Lo importante es concientizar a la gente, para que actúe lo más rápido posible (para evitar la muerte de millones de neuronas). El cerebro no duele, por eso, ante cualquiera de los síntomas, hay que llamar al 911. Si pensamos que Río Cuarto tiene 200 mil habitantes, casi 500 sufren un ACV por año», concluyó el neurocirujano.

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