Este 16 de octubre se cumplen diez años del lanzamiento del ARSAT-1, el primer satélite de telecomunicaciones fabricado por el Estado argentino. Permitió dar internet y televisión a zonas rurales. Trabajadores denuncian que el gobierno de Javier Milei busca vaciar «una empresa nacional que genera dólares y que no precisa fondos del Estado».
El 2014 marcó un hito en la historia tecnológica del país, ya que con el lanzamiento del ARSAT-1, Argentina ingresó al selecto grupo de ocho naciones capaces de producir satélites de este tipo. Fabricado por la empresa estatal INVAP bajo las especificaciones de ARSAT y ensayado en CEATSA, el ARSAT-1 representa la soberanía tecnológica del país en el sector de las telecomunicaciones.
El ARSAT-1, localizado en la órbita geoestacionaria a 71,8° Oeste, brinda servicios esenciales para la Argentina y la región, como acceso a internet en zonas remotas, transmisión de datos y transporte de señales para televisión digital y canales de TV. Su cobertura incluye todo el territorio argentino, incluidas las bases antárticas y las Islas Malvinas, y se extiende también a países vecinos como Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
Ezequiel Mc Govern, delegado gremial de FOETRA y responsable de Innovación IT en ARSAT, destacó el impacto del satélite en la reducción de la brecha digital: “El ARSAT-1 permitió llevar internet y televisión abierta a escuelas en zonas fronterizas y a comunidades en la precordillera, contribuyendo al acceso a la educación y la información en áreas rurales”. A una década de su puesta en órbita, el satélite continúa brindando servicios esenciales y es un símbolo de la capacidad tecnológica nacional.
La soberanía tecnológica en riesgo
Sin embargo, la conmemoración de este logro coincide con una situación crítica para los trabajadores y la propia empresa. Desde que Javier Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, la política de ajuste ha golpeado fuertemente a ARSAT. Los empleados de la empresa están en conflicto debido al congelamiento de paritarias y el atraso en el pago de salarios. Los trabajadores denuncian que, hasta el momento, no han recibido la recomposición salarial del último trimestre de 2023, lo que ha resultado en una pérdida de más del 50% del poder adquisitivo de los salarios.
El conflicto ha llegado a instancias judiciales y, tras varias audiencias de conciliación, no se ha alcanzado un acuerdo. Mc Govern resalta que ARSAT es una empresa superavitaria, que genera ingresos en dólares a través de la exportación de servicios satelitales, y que no depende del Tesoro Nacional para financiarse. A pesar de esto, la administración actual sigue sin respetar los acuerdos salariales del sector, mientras mantiene abiertos programas de retiros voluntarios que han reducido la plantilla en más de 100 empleados, afectando la calidad del servicio.
La amenaza de privatización
La situación en ARSAT se agrava con los rumores sobre su inclusión en la lista de posibles privatizaciones que el Gobierno nacional pretende llevar a cabo. Para Mc Govern, esta amenaza pone en peligro no solo la soberanía tecnológica, sino también el derecho a la conectividad de la población. “Queremos una Argentina con conectividad, donde no importe dónde viva una persona para acceder a internet o televisión. Las empresas privadas no hacen las inversiones necesarias, y por eso es crucial que ARSAT continúe garantizando este servicio fundamental”, señaló.
Un futuro incierto
El ajuste y la falta de inversiones en ARSAT no son una novedad. Durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), el Plan Satelital Argentino, que establecía la construcción de nuevos satélites para el país, fue paralizado. Esto dejó a la Argentina sin la posibilidad de continuar ampliando su capacidad satelital. Mc Govern recuerda que, de no haberse detenido el plan, “hoy tendríamos ocho satélites en órbita”, y agregó que Macri permitió que empresas satelitales extranjeras ocuparan parte del mercado nacional, en detrimento de ARSAT.
Hoy, a diez años del lanzamiento del ARSAT-1, la empresa enfrenta un panorama de incertidumbre. Sin nuevos proyectos a la vista y con una política de ajuste que afecta tanto a los trabajadores como a la empresa misma, el futuro de ARSAT está en juego. Sin embargo, los empleados siguen firmes en su compromiso con el servicio público que brindan. “El objetivo siempre ha sido reducir la brecha digital y garantizar que todos los argentinos, sin importar dónde vivan, tengan acceso a la información y la conectividad”, concluyó Mc Govern.
A diez años de su lanzamiento, el ARSAT-1 sigue siendo un hito de la ciencia y la tecnología argentina, un reflejo del potencial del país cuando invierte en soberanía tecnológica. Pero su futuro depende de decisiones políticas que hoy ponen en riesgo ese legado.