Los datos más recientes sobre la actividad económica muestran un panorama bien alejado de la supuesta recuperación que pregona el Gobierno. Y aun en las contadas excepciones sectoriales, es poco lo que cabe esperar como fuente de creación de puestos laborales, luego del crecimiento de la desocupación, consecuencia de la drástica recesión inducida por las mismas autoridades con la megadevaluación de la moneda desde diciembre pasado.
OPINIÓN
CARLOS HELLER
DIRIGENTE COOPERATIVISTA
Lo que evidencia el programa económico desplegado, con eje en el ajuste del gasto público, las desregulaciones dispuestas y el plan de privatizaciones en marcha es un sesgo favorable a los grupos concentrados y perjudicial para las pymes.
Un repaso a los indicadores muestra que la Utilización de la Capacidad Instalada de la Industria fue de apenas un 62,2% en septiembre, cuando un año atrás estaba en 67,9%. El único rubro con crecimiento interanual en el aprovechamiento de sus equipos fue Productos Alimenticios y Bebidas (que pasó del 62,4% en 2023 al 68,2% en 2024). Pero eso se debió principalmente a una mayor molienda de oleaginosas: la elaboración de aceites y subproductos experimentó un aumento extraordinario del 115,1% interanual debido a la comparación con un período afectado por la sequía.
Diagnóstico preocupante
El preocupante escenario fue descripto incluso por un centro de estudios privado e insospechado de populismo, la Fundación Mediterránea (FM). Según su diagnóstico, solo 5 de los 14 principales sectores exhiben un nivel de actividad superior al del año pasado: Pesca, 17%; Minería, 6%; Agro, 4%; Electricidad, Gas y Agua, 2%; y Enseñanza, apenas 1%.
El mismo informe de la Fundación Mediterránea advierte, sin embargo, que esos cinco sectores representan el 15% del empleo privado. En cambio, las actividades de mayor incidencia económica y laboral exhiben caídas importantes: Construcción, -18%; Comercio, -8%; y la Industria manufacturera, -7%.
No puede sorprender que los propios autores del informe señalen «las dificultades que también comienzan a aflorar en el mercado laboral, y que podrían profundizarse».
Hay que recordar que el desempleo abierto creció en un breve período de tiempo, durante la actual gestión, del 6,2 al 7,6%, mientras la tasa de subocupación pasó del 10,6% al 11,8% en igual lapso.
Esta tendencia, según la Fundación Mediterránea, tendrá un impacto previsible: «La recuperación económica seguirá siendo lenta, debido a que está centrada en sectores con menores impactos en la masa salarial, y posterga el crecimiento de actividades económicas vinculadas al consumo masivo».
Desde luego, las consecuencias del modelo en curso no son las mismas para el empresariado oligopólico que para las pequeñas y medianas compañías. Al respecto, si ya estaba claro que las distintas medidas oficiales que se van tomando no son favorables a las pymes, ahora el presidente Javier Milei fue más explícito.
Dijo que «hacer distinciones entre grandes empresas y pequeños emprendedores» es «una aberración». Y continuó: «Se pasan preocupados por las pymes, así nunca van a crecer. ¿Cuál es el incentivo? Es un incentivo a ser chiquitos, no es un horizonte para un empresario. El empresario, si pudiera, se quedaría con todo el planeta y eso es lo que tiene que hacer».
Esa defensa de las empresas de mayor participación en cada mercado choca con múltiples ejemplos en sentido contrario, a partir de conductas no competitivas, remarcación de precios, fuga de capitales. Se conjuga, además, con el desconocimiento de las dificultades de crecimiento de los países con escasa actuación de pymes en la economía y su contribución a la mejora en la distribución de los ingresos.
Más allá de los discursos, el resultado de las políticas aplicadas es contundente: de acuerdo con informaciones de cámaras que agrupan a las pequeñas y medianas empresas, en lo que va del año cerraron 16.500 pymes. Solo entre julio y octubre dejaron de operar 6.500, en medio de un cuadro de aguda caída del consumo interno y aumentos de los costos de los servicios públicos, entre otras dificultades de contexto.
Lo cierto es que este Gobierno frena a muchas empresas cuando no hace obras públicas, dispone tarifazos energéticos, achica el mercado interno y dificulta la exportación con la apreciación cambiaria.
El presidente declaró, días atrás, al visitar la firma tecnológica Ualá: «Prefiero venir acá a felicitarlos y no a inaugurar una obra pública costosa e ineficiente, que nadie quiere. Dicho sea de paso, no puedo inaugurar obras públicas porque, además, las corté de cuajo».
Un mercado cada vez más chico, donde solo se desarrollen grandes empresas y unicornios, dejando en el camino a las pymes argentinas, a los trabajadores y a los jubilados, generando una gran concentración del ingreso e inequidad distributiva no parece ser la solución para las necesidades insatisfechas de amplios sectores de la población.
Fuente: Revista Acción