Analía Pereyra, sexóloga de Río Cuarto, brindó una serie de desmitificaciones acerca de esta orientación sexual y de la sexualidad en general

El pasado 6 de abril se celebró el Día Internacionalidad de la Asexualidad. El fin de esta fecha es acabar con la desinformación y los mitos que rondan respecto al significado del mencionado término.

La asexualidad es, en palabras de Pereyra, “la no-atracción sexual hacia otra persona”. Pero esto no quiere decir que no existan otros tipos de atracciones. Romántica, intelectual. “Una persona asexual puede tener vínculos y se puede enamorar”, afirmó la sexóloga. Y agregó que, “también pueden masturbarse y tener fantasías, pero simplemente no tienen motivación para llevar a cabo un encuentro sexual”.

No obstante, Pereyra hace hincapié en que no se deben “fijar” las definiciones y categorías porque en la sexualidad “todo fluye”. “Estaría bueno que pensemos que la sexualidad es todo lo que somos como personas: atracciones, relaciones, actividad física, psíquica, distintos contextos de la vida… Y que todo eso impacta, ya sea para bien o para mal”, expresó.

¿Las personas asexuales se preocupan por no querer tener sexo?

Analía Pereyra: “No. La persona asexual no tiene ningún malestar por aumentar su deseo; al contrario, se sienten cómodas. Hay veces que las personas que acuden al consultorio preocupadas por su deseo sexual, pero resulta que la preocupación no es de éstas mismas, sino de su pareja. Entonces ahí sí podría darse una posibilidad de ser asexual”.

Por otro lado, están las personas que sí se preocupan en su disminución o falta de deseo sexo erótico. “Está es la principal diferencia entre alguien asexual y alguien con problemas de deseo”, afirmó la sexóloga. Por ende, si se presentan estos conflictos, es probable que la persona no sea asexual.

Estanco

Un estudio postulo que sólo el 1% de la población mundial es asexual. Pero… Permítame diferir.

Analía dice que la sexualidad “es compleja e implica todo lo que somos como persona”, y agregó que “no es algo que sucede de una vez para siempre”. En consecuencia, antes de categorizar a un porcentaje de la población, se debe tener en cuenta que la sexualidad individual no es en cuantificable en ningún momento.

Alonorma, ¿qué?

“La alonorma es básicamente pensar que lo normal es tener ganas de tener sexo”, expresó Pereyra. Y como todos los mandatos socio-culturales, esto no es así. “Existe una maquinaria social que dice que hay que tener relaciones sexuales todo el tiempo; que se debe hacer y que no”, añadió.

Bien, entonces existe un discurso omnipotente que dice que hay que tener sexo. Pero no sólo hay que tenerlo, si no una cantidad determinada de veces, en determinadas formas, con determinadas personas.

“La gente se mueve más por un supuesto guion establecido por afuera que por lo que realmente quieren”, manifestó la sexóloga. Y esto se relaciona íntimamente con los conflictos a la hora de experimentar deseo sexual. Si el sexo es dejarse llevar y las personas “siguen un guión”, ¿hay ganas? El deber ser le gana a, simplemente, ser.

La solución

Los discursos y su influencia: ¿Cómo desprendernos?

“El punto es que cada persona pueda conectar con lo que siente y le pasa en ese momento… Si hay algún malestar hay que tratar de revisarlo; pero muchas veces éste viene de afuera, más en sexualidad”, expresó la sexóloga.

El mandato sociocultural del hombre dispuesto y la mujer indispuesta. El activo y la sumisa. Pereyra afirmó que “hay que revisar esa línea de mandato”. Y que ésta suele ser la causa principal de insatisfacción sexual.

Además, agregó que “ahora hay todo un universo de juguetes sexuales que también se pueden usar: muchas cosas más allá de lo que se supone”.

Las cosas nunca son estancadas, en la sexualidad todo fluye (e influye).

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