Un estudio nacional advierte que el vapeo avanza entre jóvenes de 13 a 18 años y especialistas alertan sobre los riesgos físicos, emocionales y cognitivos asociados al consumo temprano de nicotina.

El 9% de los adolescentes argentinos de entre 13 y 18 años consume cigarrillos electrónicos, una práctica que registra un crecimiento sostenido y que genera preocupación entre profesionales de la salud por las consecuencias que puede tener en el desarrollo integral de los jóvenes.

El vapeo se expandió en los últimos años impulsado por dispositivos pequeños, de diseño atractivo y sabores frutales, que suelen presentarse como una alternativa menos dañina que el cigarrillo tradicional. Sin embargo, especialistas advierten que la mayoría de estos productos contiene altas concentraciones de nicotina, incluso superiores a las del tabaco convencional.

“La nicotina llega al cerebro en segundos y genera adicción rápidamente, especialmente en la adolescencia, cuando el sistema de recompensa es más vulnerable”, explicó Valeria El Haj, directora médica nacional de OSPEDYC. Además, señaló que esta dependencia temprana incrementa la probabilidad de que, más adelante, los jóvenes comiencen a fumar cigarrillos comunes.

Un estudio realizado en 2023 por la Fundación Interamericana del Corazón (FIC Argentina) reveló que el 8,9% de los adolescentes entre 13 y 18 años utiliza cigarrillos electrónicos. En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el informe indicó que el 38,7% de los jóvenes probó al menos algún producto de tabaco o nicotina.

Desde el punto de vista de la salud física, los vapeadores pueden contener metales pesados, solventes y otros compuestos químicos que se liberan al calentarse. La inhalación repetida de estas sustancias puede irritar las vías respiratorias y provocar inflamación pulmonar, tos persistente y dificultad para respirar, además de haberse registrado casos de lesiones pulmonares graves asociadas al vapeo.

En el plano cognitivo y emocional, El Haj advirtió que la nicotina afecta la concentración, la memoria y la capacidad de aprendizaje. También se la asocia con mayor ansiedad, irritabilidad y cambios de ánimo durante los períodos de abstinencia, síntomas que muchos adolescentes reconocen como una forma de dependencia del dispositivo.

Aunque la venta de estos productos está prohibida para menores de edad, el acceso sigue siendo sencillo a través de kioscos, redes sociales y plataformas online. Frente a este escenario, desde OSPEDYC remarcaron la importancia del diálogo en las familias y en las escuelas, así como la necesidad de buscar acompañamiento profesional cuando el consumo genera ansiedad o dependencia.

“El vapeo en la adolescencia no es una moda pasajera, sino un fenómeno que puede impactar de manera directa en la salud respiratoria, emocional y cognitiva de toda una generación”, concluyó la especialista.

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