En la Argentina, la percepción de que los ingresos no alcanzan para cubrir los gastos básicos crece y se extiende más allá de los sectores históricamente vulnerables.
Según un reciente estudio del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), entre 2010 y 2024 el estrés económico —la autopercepción de insuficiencia de ingresos— mostró una tendencia ascendente, con picos en 2013, 2016, 2018-2019 y una fuerte aceleración desde 2022.
“Es una forma de medir la insuficiencia de ingresos de las personas y los hogares a partir de su propia percepción”, explicó Agustín Salvia, director del Observatorio, quien subrayó que la problemática no siempre coincide con las estadísticas de pobreza: “Las estadísticas van en un sentido, pero la experiencia en los lugares va por otro”.
El estudio revela que, en los últimos años, el estrés económico se ha profundizado incluso entre los hogares no pobres por ingresos, especialmente en estratos medios bajos. Entre los factores asociados, se destacan el aumento de los costos fijos —servicios, transporte, comunicaciones—, la persistencia de carencias estructurales (en alimentación, salud o vivienda) y la presencia de niños/as en el hogar.
Salvia atribuyó la situación a “una crisis muy fuerte, producto de políticas que algunos consideran autoimpuestas para lograr una estabilización macroeconómica”. Si bien la inflación muestra señales de desaceleración, advirtió que la recuperación es débil porque el consumo continúa retraído. “El ingreso corriente se ve afectado porque los gastos fijos aumentaron fuertemente. Esto reduce el consumo en alimentos, vestimenta y el funcionamiento básico del hogar”, señaló.
El informe de la UCA también muestra que el estrés económico siempre supera en 10 a 20 puntos porcentuales a la pobreza medida por ingresos, y que un 30% de los hogares que no son pobres declaran no llegar a fin de mes. En el otro extremo, cerca del 90% de los indigentes experimenta este malestar económico.
De mantenerse el actual esquema de ajuste y contracción monetaria, Salvia advierte que la restricción en el consumo podría agudizarse, incrementando el endeudamiento familiar para cubrir gastos básicos y las moratorias en tarjetas de crédito. “Aquí es donde aparece el estrés económico: la experiencia cotidiana de que no te alcanza”, concluyó.