Chicken eggs are in the tray. Fresh chicken eggs in a tray on a rustic wooden table
Un informe del Instituto Latinoamericano del Huevo revela el potencial productivo y las asimetrías de consumo en la región.

En un contexto de economías presionadas por la inflación y la necesidad de divisas, la producción de alimentos básicos cobra un rol estratégico. En ese escenario, la industria avícola local se consolida como una de las más desarrolladas de la región, con una estructura intensiva, fuerte demanda interna y un potencial exportador que aún no alcanza su techo. Así lo revela el reciente informe “Datos Productivos LATAM 2024”, elaborado por el Instituto Latinoamericano del Huevo (ILH) bajo la coordinación del presidente ejecutivo de CAPIA, Javier César Prida.

Según el estudio, Argentina produjo 17.432 millones de huevos en 2024, ubicándose como el cuarto mayor productor de América Latina, detrás de Brasil (57.680 millones), México (50.784 millones) y Colombia (18.020 millones). El consumo interno se mantiene alto, con 325 huevos por persona al año, muy por encima del promedio mundial (271) y también superior al promedio regional (292). En términos de docenas, representa más de 27 por habitante cada año, consolidando al huevo como una de las proteínas más consumidas y accesibles en la dieta local.

Este elevado consumo, sumado a un sistema de producción tecnificado, permite que la avicultura de postura argentina sea reconocida por su eficiencia y volumen. Sin embargo, cuando se observa el comportamiento exportador, aparece una paradoja: el país exporta apenas el 2,07% de su producción total, a pesar de contar con capacidades instaladas, logística y estándares sanitarios acordes a los mercados internacionales.

El huevo es, en términos económicos y nutricionales, uno de los productos más eficientes de la cadena alimentaria. En Argentina, con una población que supera los 45 millones de habitantes, el consumo elevado absorbe la mayor parte de la oferta. A pesar de ello, los precios se mantienen relativamente bajos en comparación con otros países de la región: la docena se paga, en promedio, cerca de u$s2,30, lo que representa un gasto anual de US$ 298 por familia tipo, equivalente al 1,7% de sus ingresos.

Mientras tanto, países como Uruguay registran precios que rondan los u$s5,55 por docena, y la República Dominicana —con el precio más bajo de América Latina— apenas alcanza los u$s1,87. Esta heterogeneidad se replica también en los hábitos de consumo: México lidera el ranking mundial con 379 huevos por habitante al año, seguido por Colombia (343), Brasil (363) y Argentina. En el otro extremo, países como Bolivia, Cuba o Nicaragua no alcanzan las 20 docenas anuales per cápita.

En este contexto, la estructura exportadora argentina queda desdibujada. A pesar de contar con condiciones competitivas, el país no logra posicionarse como un proveedor relevante en el mercado global. A nivel regional, la República Dominicana lidera las exportaciones con 820 millones de huevos colocados en el exterior (45,7% del total exportado por América Latina), seguida por Brasil (27,6%) y Argentina. Según el informe, el continente exporta apenas el 0,8% de lo que produce, una cifra marginal si se compara con la escala alcanzada por Asia o Europa.

Prida advierte que “la región tiene condiciones para crecer, pero necesita unificar criterios sanitarios, fortalecer su trazabilidad y generar acuerdos comerciales sostenibles. Es clave mirar a África, Asia y Medio Oriente como mercados de oportunidad”.

Fuente: Ámbito

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