Más de 30 emprendedoras locales coparon el Galpón Blanco en una feria que mezcló diseño, arte y oficios con una misma consigna: trabajo colectivo, comunidad y empoderamiento. Una verdadera fiesta donde las protagonistas fueron las mujeres y diversidades que construyen autonomía a fuerza de talento y solidaridad.
Casa Trama cumplió dos años con la realización de una muestra que puso en valor el trabajo colectivo, compartiendo saberes y haciendo brillar los productos hechos con corazón y oficio. En su segundo aniversario, el Galpón Blanco se convirtió en una cancha llena de vida con una feria explosiva de creatividad y compromiso social.
Durante la jornada, más de 30 feriantes locales llenaron cada rincón con color, aroma y textura. Desde textiles, cerámicas y encuadernaciones, hasta cosmética natural, arte gráfico y alimentos artesanales. Pero esto no fue solo una feria: fue una celebración colectiva, una jugada maestra de comunidad, vínculos y autonomía.
Gregorio Oberti, subsecretario de Desarrollo Social, aplaudió el proyecto como si fuera un gol en el ángulo: “Casa Trama es parte del programa Trama Emprendedora, que siempre nos llena de orgullo. Es un espacio de formación y empoderamiento real en la vida de las mujeres”.
En el corazón de Casa Trama late fuerte la cooperativa textil Trama Emprendedora, integrada por 12 mujeres que entrenan día a día su oficio, fortalecen el trabajo en equipo y generan ingresos genuinos con cada puntada.
Luciana Morón, profe de costura, lo explicó con claridad: “El oficio se convierte en un canal de unión. Hacer con las manos te empuja a salir adelante. Trama acompaña ese proceso hacia la autonomía”.
Ethel Barry, una de las jugadoras fundadoras del proyecto, emocionada compartió: “Aprendimos a coser acá. Trama es nuestro hogar. Participar de la feria es mostrar todo lo que podemos hacer”.
Antonela Mabres, que debutó en ferias con esta edición, también dijo lo suyo: “Trama me abrió un camino enorme. Me dio compañerismo, crecimiento y un nuevo comienzo”.
Casa Trama sigue demostrando que el trabajo colectivo es una fuerza imparable. A dos años del primer paso, el equipo sigue creciendo, transformando y generando impacto real. Porque cuando hay comunidad, hay partido ganado.