El decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales de la UNRC, Dr. Germán Barros, expresó su rechazo a la decisión del gobierno nacional de retirar a Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y alertó sobre los discursos presidenciales que deslegitiman al Estado y las universidades públicas.
En un extenso comunicado, el microbiólogo y decano de Exactas, Germán Barros, advirtió que la salida de la OMS “implica quedar fuera de las políticas sanitarias globales”, afectando la vigilancia epidemiológica, el acceso a vacunas y las estrategias de salud pública coordinadas a nivel internacional. “Cierto es que la OMS ha cometido errores, pero esto no justifica que nos aislemos”, afirmó, cuestionando además si la decisión responde realmente a una cuestión de soberanía.
El decano también expresó su “enérgico repudio” a los dichos del presidente Javier Milei en el Foro de Davos, a los que calificó como una “apología del autoritarismo”. Manifestó su preocupación por la deslegitimación del rol del Estado y la educación superior, rechazando la idea de que las universidades sean “centros de adoctrinamiento”.
Además, cuestionó la postura presidencial sobre la crisis ambiental y el cambio climático, recordando que las universidades cumplen un rol clave en la formación crítica y en la generación de conocimiento científico. “No podemos claudicar en la defensa irrestricta del Estado y la universidad pública”, concluyó.
Comunicado completo
Por medio del siguiente mensaje quiero expresar como Decano de la Facultad de Ciencias Exactas Físico-Químicas y Naturales, mi pleno desacuerdo y exponer la gravedad de la decisión del gobierno nacional de retirar a nuestro país de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En palabras del presidente se trata de una cuestión ideológica y el vocero presidencial complementó la justificación de la medida aduciendo mayor disponibilidad de recursos y soberanía en materia de salud. En este punto quiero enfatizar, que retirar la participación de nuestro país de la OMS representa un grave error estratégico que implica quedar fuera de las políticas sanitarias globales, teniendo en cuenta que en el seno del organismo se discuten y direccionan acciones coordinadas de salud pública relacionadas a temas clave como vigilancia epidemiológica, vacunas, acceso a información, acciones conjuntas entre países, entre otras. Cierto es que la OMS ha cometido errores que se pusieron en evidencia al momento de la pandemia de Covid, pero esto de ninguna manera justifica que nos aislemos y declamemos soberanía en materia de salud. Llegados a este punto, no pasemos por alto el detalle que nuestro presidente instruyó al canciller para tomar la medida luego que el presidente Trump actuara en esa dirección, y aquí cabe la pregunta ¿esto también es un asunto de soberanía nacional?.
En el transcurrir de esta primera semana del periodo académico 2025 en nuestra universidad, tampoco quería dejar pasar la oportunidad de expresar mi enérgico repudio e inmensa preocupación a los dichos vertidos por el presidente Milei en el Foro de Davos en todas sus dimensiones.
Nuestra universidad es un reflejo de la sociedad, por lo que debemos suponer que el 70% de la población universitaria acompañó con el voto al presente gobierno hace poco más de un año. Si en mi caso, y por no haber actuado en ese sentido, expresara que el 70% de la población que votó a este gobierno está equivocada, sería una afirmación necia y antidemocrática. La democracia implica disidencia, pensamiento diverso, no uniformidad, para que a partir de la discusión de ideas y posicionamientos en el marco del respeto se puedan construir consensos y acuerdos a través de los cuales avanzan las sociedades democráticas. El camino opuesto es lo que lamentablemente propone el presidente, una peligrosa apología del autoritarismo incursionando en discursos totalitarios y discriminatorios contra diversos colectivos que van a derivar en prácticas antidemocráticas, vulnerando derechos adquiridos a lo largo de extensas luchas sociales. En este sentido, mi intención no es redundar respecto de lo expresado por el Observatorio de DDHH de la UNRC en sucesivos mensajes de manera clara y contundente. Por ello quisiera sumar aquí algunas reflexiones respecto de la gravedad del discurso presidencial en referencia una vez más al Estado y a las UUNN, instituciones de la que formamos parte todos los claustros universitarios como trabajadores docentes y nodocentes o como sujetos de derecho que han accedido o acceden a la educación superior en el caso de graduados y estudiantes.
No podemos naturalizar que un presidente como “jefe del estado argentino” (no de una autocracia) tenga expresiones textuales del siguiente tenor: “El partido del estado que justifica la intervención estatal y el aumento del gasto público”. “Las funciones del estado deben limitarse al derecho a la vida, la libertad y la propiedad. Cualquier otra decisión que el estado se arrogue será en detrimento de su tarea fundamental”. En base a esta afirmación ¿debemos suponer que el sostenimiento de la Educación Superior y nosotros como trabajadores de la misma somos una desviación de la tarea fundamental del estado? Si fuera así, ¿podríamos extrapolar este razonamiento a otros derechos fundamentales como la educación en todos sus niveles, el acceso a la vivienda digna y a la salud? ¿Será por eso que Argentina ya no será miembro de la OMS, porque la salud es un gasto público innecesario?.
Un párrafo aparte merece las alusiones del presidente a las universidades refiriéndose a las mismas de la siguiente manera: “Se pretende secuestrar nuestro futuro, porque al dominar las cátedras de las universidades más prestigiosas del mundo están formando a la elite de nuestros países para impugnar y negar la cultura, las ideas y los valores que nos hicieron grande lesionando aun más nuestro tejido social”. Otra frase “elegante” fue: ”son centros de adoctrinamiento disfrazados de universidades… institución que vive de los impuestos de los que trabajan”. En este punto tendríamos que analizar cuál es el alcance del término adoctrinamiento para el presidente, en general en el ámbito educativo tendría que ver con prácticas para inculcar determinados valores o creencias, pero que están alejadas de posibilidades de cuestionamientos y discusiones y pensamiento libre. De acuerdo a lo que ocurre en nuestro ámbito educativo y como mandato estatutario se promueve justamente lo opuesto al adoctrinamiento, la formación de ciudadanos críticos y analíticos, la formación disciplinar a la par de una formación social y ciudadana y de sujetos que a través de la reflexión puedan elaborar un pensamiento complejo. Esto es importante para poner en duda frases del presidente como “occidente representa el pico de la especie humana” y generar preguntas ¿qué valoraciones se ponen juego para tal consideración?, ¿qué occidente…todo, Estados Unidos, Europa?, ¿será acaso el occidente dominante?. Volviendo a la salud, una práctica que modificó la expectativa de vida de la población a nivel global es la vacunación. Si estuviéramos convencidos que occidente representa el pico de la especie humana, diríamos que la vacunación nació con Eduard Jenner a mediados del 1700 en Inglaterra (porque además eso dicen la mayoría de los textos disciplinares) soslayando que sociedades como China o Persia utilizaron recursos similares 5 y hasta 6 siglos antes (¿Esto se omite porque representan a oriente?). Este caso que exponemos solo a modo ilustrativo (y porque es cercano a la disciplina que enseñamos) se puede discutir con nuestros estudiantes en muchos otros casos de las ciencias naturales y seguramente en otras ciencias. Entonces la pregunta emergente es ¿poner en duda la frase del presidente con este tipo de reflexiones es lo que él considera adoctrinamiento en las universidades?. Otro párrafo interesante para conectar este punto con su discurso en Davos es lo que él considera “el virus mental de la ideología woke (para el que no hay vacuna ciertamente) y se manifiesta en el siniestro ecologismo radical y la bandera del cambio climático”. De acuerdo a esta poco feliz afirmación deberíamos en nuestras universidades suprimir los contenidos de los planes de estudio de diversas carreras que abordan la educación ambiental, la legislación ambiental, el concepto de una sola salud, la restauración ecosistémica y no deberíamos participar de redes de sostenibilidad (de esas agendas internacionales también nos sacaron como país) ni tener programas ambientales universitarios. En este caso (y para que no sea adoctrinamiento ni ecologismo radical) ¿deberíamos enseñar en nuestras aulas que hay que explotar los recursos naturales existentes sin importar su impacto ecosistémico y social ni el beneficio que generan en favor de grupos económicos concentrados? ¿Deberíamos desestimar las evidencias científicas que afirman que la crisis ambiental nos lleva inexorablemente a un punto de no retorno?.
De acuerdo a cuestiones estadísticas detalladas anteriormente, es posible que un porcentaje de los integrantes de la comunidad universitaria no acuerden en un todo con el presente mensaje. Sin embargo, no solo como autoridad sino como un integrante más de esta querida Institución, siento la necesidad ética de posicionarme de manera diametralmente opuesta a la naturalización de los discursos de odio, de discriminación, de deslegitimación y desprestigio de instituciones como el Estado Nacional y las UUNN que forman parte de éste, como a todas las acciones y consecuencias que emanen de dichos discursos.
Como integrantes de la comunidad universitaria y como parte integrante del Estado (pensemos como pensemos o votemos como votemos) tenemos que reflexionar sobre el rol fundamental de la Universidad Pública como institución de materialización de garantías y responsabilidades indelegables del Estado. Podemos discutir al Estado como una institución perfectible e intentar su transformación para la mejora, lo que no podemos es claudicar en su defensa irrestricta, y más aún (lo cual es un agravante) si somos parte integrante del sistema.