La nueva coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la UNRC hizo alusión a las principales acciones que prevé llevar adelante. También habló del rol que le cabe a la Universidad en la construcción de una cultura de los Derechos Humanos.

“Promover el trabajo articulado y colaborativo entre las diferentes áreas y claustros que componen la comunidad universitaria, y con la comunidad de Río Cuarto y la región”, a la vez que “trabajar en la construcción de una cultura de los Derecho Humanos”, son los pilares de la labor que se propone llevar adelante la flamante coordinadora del Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Río Cuarto, Daniela Wagner, quien dijo: “La Universidad como generadora de conocimiento crítico tiene mucho que aportar en la construcción de una cultura de los Derechos Humanos”.

Wagner, que es docente e investigadora en el Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humana, se mostró interesada en visibilizar la Ley 10.636, sancionada en la Provincia de Córdoba, que estableció la creación de la figura del Abogado del Niño, para la representación de los intereses personales e individuales de las niñas, niños y adolescentes en cualquier procedimiento administrativo o judicial.

También adelantó que impulsará la incorporación de los Derechos Humanos al currículum universitario.
Y expresó: “Nuestro trabajo es aunar esfuerzos con todas las organizaciones y organismos que integran el Observatorio”.

Daniela Mercedes Wagner es doctora en Estudios Sociales de América Latina, con orientación en Análisis interdisciplinario en Historia y Política Contemporánea, título que obtuvo en el Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad Nacional de Córdoba. Es magister en Educación y Universidad, con mención en la Universidad como institución educativa. Esta formación la hizo en la Facultad de Ciencias Humanas de la UNRC. Y posee los títulos de grado de Profesora y Licenciada en Historia.

Se desempeña como docente en las cátedras Introducción a la Historia y a las Ciencias Sociales, Taller Técnico para Historiadores e Historia de las Políticas Educativas. Además, es docente en Instituciones Educativas del Profesorado en Geografía.

Sus intereses en la investigación y la formación de posgrado están centrados tanto en el área teórica-metodológica de la historia en vinculación con las ciencias sociales, como en la política educativa y la política universitaria en particular.

Estas últimas áreas de conocimiento las ha abordado desde diferentes escalas -local-regional, nacional y latinoamericana- y, últimamente, lo viene haciendo con énfasis en la historia reciente y los derechos humanos. Además, se ha desempeñado como responsable de proyectos de prácticas socio-comunitaria con docentes y estudiantes de la carrera de Historia, a través de lo cual ha podido colaborar en la organización y valorización del patrimonio documental que se conserva en el Archivo Municipal de la Memoria de Río Cuarto.

– ¿Cuáles son las principales acciones que prevé llevar adelante como coordinadora?


– Estamos en un proceso de transición en cuanto a la coordinación y, a la vez, interiorizándome en lo que ha venido trabajando el Observatorio. Ya he podido reunirme con algunas mesas, han surgido temas y actividades sobre las que nos concentraremos en lo inmediato; por ejemplo, desde la mesa de niñez, adolescencia y familia en visibilizar e informar respecto a la ley provincial sobre el abogado del niño.


En este caso, se prevé un conversatorio al respecto para un público amplio y reiterar el reclamo de reglamentación de la ley, ante los organismos estatales correspondientes.


Otra línea es insistir en la relevancia de incorporar en el currículo universitario temáticas vinculadas con los DDHH, de hecho, desde el Observatorio estamos acompañando el Ciclo de Formación docente organizado por Secretaría Académica de la UNRC, con aportes de problemáticas y expositores procedentes de las mesas de Educación en derechos humanos, la socioambiental, y está prevista la participación de otras mesas también.


La idea es promover el trabajo articulado y colaborativo entre las diferentes áreas y claustros que componen la comunidad universitaria; como también de éstos para con la comunidad de Río Cuarto y región, siempre enfocados en la protección de los derechos humanos.


Además, continuaremos vinculándonos con la Red Interuniversitaria de Derechos Humanos, que funciona en el seno del CIN y nos sumaremos dentro de nuestras posibilidades y realidades a las líneas de acción que vayan surgiendo allí.

– ¿Qué significa para usted estar a cargo del Observatorio?


– Es sumarme a la propuesta de nuestra Universidad de trabajar en la construcción de una cultura de los Derechos Humanos, concibiendo a los mismos de manera amplia y situados en nuestra realidad. Para, desde allí, como Observatorio, impulsar el diálogo, la reflexión y el seguimiento de problemáticas que impliquen la vulneración de los mismos.


También, significa la posibilidad de generar proyectos que promuevan, tanto la defensa como la mejora de las condiciones para el pleno ejercicio de los derechos.

Estos proyectos surgen del trabajo conjunto con las mesas del Observatorio, las cuales están integradas por organizaciones de Derechos Humanos, organizaciones sociales, sindicales, políticas, institucionales, gubernamentales (nacionales, provinciales o municipales), no gubernamentales, entre otras.


– ¿Por qué una universidad nacional como la nuestra, debe tener un organismo como este?


– Porque la Universidad como generadora de conocimiento crítico tiene mucho que aportar en la construcción de una cultura de los Derechos Humanos. Más como universidad pública, gratuita e inclusiva, tradición que pesa muy fuerte en Argentina, no puede soslayar que es parte de la sociedad y que se encuentra atravesada por las tensiones sociales.

En este sentido, la UNRC trabaja con un amplio arco de organizaciones, tal como mencioné, para transformar la cultura de los Derechos Humanos desde un paradigma crítico e inclusivo.

Precisamente, a partir de las preocupaciones de los diversos actores que confluyen en las mesas, se definen aquellas más relevantes en cuanto a vulneración de derechos para su análisis, difusión, y como objetivo más importante del Observatorio, posibilidades de influir en las políticas públicas.

– ¿Ha mejorado la convivencia cotidiana en términos de Derechos humanos?


– La pregunta es sumamente amplia. Bueno, por un lado, si recurrimos a la historia, un rápido paneo nos muestra un gran avance y una resignificación constante de los Derechos Humanos.

Solo por citar algunos momentos relevantes –sabiendo que toda síntesis implica recortes-, comenzando por el siglo XVIII, los postulados por la Revolución Francesa de libertad, igualdad y fraternidad, continuando por el grito de libertad de los esclavos haitianos y la instalación de la “primera República negra”, las revoluciones por la independencia en Latinoamérica.

Luego por las revoluciones obreras o proletarias ocurridas en distintas partes del mundo, en los siglos XIX y XX, siguiendo con los movimientos contraculturales del último cuarto del siglo pasado, y fundamentalmente los movimientos de Derechos Humanos y sociales en general, que surgieron a partir de la instalación de dictaduras y gobiernos antipopulares, especialmente en América del Sur, cuyas políticas significaron una violación sistemática de derechos.


Todos estos procesos expresan nuevas demandas, el surgimiento de nuevos sujetos de derecho.
Y, particularmente, resaltan la lucha de los pueblos y los distintos colectivos en la conquista y ampliación de derechos.
Así a la búsqueda de la libertad, la igualdad, la justicia, fueron sumándose la defensa del trabajo y la vivienda digna, el acceso a la salud, a la educación, la cultura y al ambiente sano.
Más recientemente, los derechos de género, sexuales y reproductivos, los de las personas con capacidades diferentes, las personas adultas mayores, de la niñez, de los pueblos originarios, los migrantes, entre otros más.
Se trata de realidades porosas, que se interrelacionan y adquieren nuevos sentidos en el contexto de las tensiones y desigualdades sociales.

Por otro lado, se puede señalar que, en los últimos años, los Derechos Humanos, en sentido general, han sido descuidados, pues las políticas públicas destinadas para el sector sufrieron el ajuste presupuestario generalizado que implicó recortes, desjerarquización de áreas y programas centrales que hacen al conjunto de las políticas de memoria, verdad y justicia.

Además, el desfinanciamiento de áreas tan sensibles como la salud, la educación, sumado al creciente desempleo, la recesión económica y el endeudamiento externo, impactaron de lleno en el acceso a los derechos.
Y de manera más fuerte en los sectores sociales más vulnerables, pues la pobreza inhabilita el acceso a cualquier derecho.

Sin embargo, actualmente parece percibirse una tendencia a tratar de revertir esa situación, fundamentalmente a partir de los intentos de políticas gubernamentales integrales que hacen foco en la disminución de la pobreza y los niveles de desigualdad estructural.

Pese a este esfuerzo, las organizaciones sociales con las que trabajamos, manifiestan que las políticas públicas resultan insuficientes y, por tanto, no alcanzan a dar respuestas a las demandas sociales.
Sin dudas, el desafío es grande, considerando que la pandemia ha puesto de manifiesto y profundizado las enormes desigualdades existentes.

En este sentido nuestro trabajo es aunar esfuerzos con todas las organizaciones y todos los organismos que integran el Observatorio para generar redes que permitan efectivizar los derechos adquiridos, fortalezcan la articulación y las acciones en conjunto tendientes a la promoción y protección de los Derechos Humanos.

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